viernes, 29 de julio de 2011

Cómo se inicia un análisis

CONTENIDOS DEL CURSO
Diferencia psicoterapia / psicoanálisis
Entrevistas preliminares ( Lacan: "no hay inicio de análisis sin  entrevistas preliminares")
Histerización del discurso
Política del síntoma
Transferencia, sujeto supuesto saber
Intervenciones del analista
acto analítico, deseo del analista
Obstáculos para iniciar un análisis.

lunes, 25 de julio de 2011

CEIPress N°47 Julio-25 al 30- 2011


El próximo sábado 30 no habrá actividades********

Las actividades programadas para el 30 se realizarán el sábado 6 de agosto:

9:00 Reunión Carrusel: ¿Que es un niño para el psicoanálisis?
10:15: Reunión clínica: reunión RAP
12:15: Lecturas freudianas con Lacan

JUEVES  04 de AGOSTO 2011 20:30 HRS.
 Inicio Seminario:  CÓMO COMIENZA UN ANÁLISIS

RESEÑA ACTIVIDADES
En una estimulante jornada, el sábado 24 se llevaron a cabo las actividades programadas: Lectura de textos: Seminario Cosas de finura de Jacques Alain Miller, coordinado por Silvia Macri y a continuación el Grupo de Investigación, Cartel Ampliado: Clínica del objeto a, coordinado por Rosa Lagos.
Con entusiasmo recibimos a Raquel Cors, psicoanalista miembro de la AMP y de la Nel Caracas, quien enriqueció la discusión con el relato de su asistencia precisamente a la clase XV que dictara J.A. Miller en Paris,  y de la cual nos facilitó esta fotografía.
A continuación la reseña hecha por Marianne Bruning de ambas actividades:

Reseña de la clase XV de Cosas de finura

La clase, puntualizada por Martha Idrovo, comienza con la aclaración de que la finitud y el carácter acabado de la enseñanza de Lacan no debe ser confundido con el de una enseñanza terminada o caduca, por el contrario, Miller se refiere a la posibilidad de extraer las consecuencias del conjunto de esta enseñanza.
Luego, se trabaja la relación entre deseo y goce, siendo el deseo el que implica una negatividad esencial, es decir un menos, una falta, en oposición al goce que es siempre un más, un plus. Esto se traduce en términos clínicos, en la presentación del deseo como insatisfecho, con la formula, por ejemplo, de “el deseo es el deseo del Otro” y por su parte, del lado del goce es pensado desde la pulsión, que siempre se satisface.
A partir de lo anterior, se distingue en el deseo las variaciones cualitativas, que son del orden de la irrupción, de la ruptura, del corte, lo que implica una discontinuidad entre un hay y un no hay.  Mientras que en el goce, las variaciones son cuantitativas, del orden del más o menos.
Sin embargo, Miller establece que tanto en el goce como en el deseo hay continuidad, ambos son metonímicos.
Se trabaja la Spaltung, como el S barrado, en términos del sujeto de la enunciación y del sujeto del deseo. Pensado como sujeto de la enunciación, es el sujeto barrado por estructura, por estar dentro del lenguaje. Mientras que del lado del sujeto del deseo,  está barrado por la falta, que permite la circulación del deseo. Es a partir del sujeto de la enunciación, que se puede pensar al psicótico como un sujeto dividido, sujeto que habla. Sin embargo, no está dividido, en la medida en que no operó la castración sobre él. Es en este caso que no habría equivalencia entre el S barrado y el menos fi.
Por otra parte, se establece la relación del deseo con el decir, en la medida en que el deseo está articulado a los significantes, y es que en el mismo decir se produce un efecto de pérdida, de falta.
"Las palabras son siempre una fuerza que se busca fuera de uno mismo" Stendhal.
Se trabaja la relación del sujeto al Otro, pensado en la primera enseñanza de Lacan como Otro de los significantes, Otro que consiste, para luego aparecer como un Otro incompleto,  manifestación para el sujeto  de la falta en el Otro. Y en la última enseñanza, aparece la inconsistencia del Otro, caída del Otro, el Otro que no existe. Esto es coincidente con el fin de análisis, donde el sujeto está ahí con sus datos pulsionales, el Otro cae.
Finalmente, se trabaja el fin de análisis como la articulación del deseo a la pulsión, es decir se logra una insignia, un anclaje.  Goce y deseo se fijan, encontrando el deseo un anclaje con sus objetos pulsionales.
En el fin de análisis se produce una insignia que es la relación entre el objeto a y el sinthome ¿Cómo se produce esa articulación entre objeto a y sinthome? Y ¿Cuáles son los efectos de la articulación objeto a- sinthome?

Reseña de Cartel ampliado: Clínica del objeto a, con la lectura del Seminario de Graciela Brodsky dictado en Miami: "La clínica psicoanalítica y sus objetos". 

Con la lectura realizada por Luis Alberto Cayazzo se retoma la revisión del texto puntualizando el objeto a como aquel objeto no representable, ni imaginarizable, pero que sin embargo solo podemos saber de él en la medida en que se presenta. El objeto a es aquel objeto irreductible, que es presencia y ausencia a la vez. Es decir, en la medida en que aparece como goce, es presencia, pero por otra parte, el objeto a como vacio, como causa de deseo, es objeto en la medida de su falta, de su extracción, como ausencia.
El objeto a es una marca del fracaso de la operación paterna, el deseo de la madre, en tanto que mujer, no tiene respuesta. La metáfora paterna separa y despeja el goce del campo del Otro, esta operación tiene un efecto que es la extracción del objeto a, lo que permite la realidad normalizada, esto es susceptible solo en la medida de que opera la metáfora paterna, produciendo extracción del objeto a del campo del Otro.
Esto implica que hay castración del goce en el campo del Otro, hay como significar aquello que constituye el deseo del Otro, en la medida en que opera la metáfora paterna, esto implica que hay significación fálica. Aquello que se extrae del campo del Otro es el objeto a, es decir el lenguaje es lo que permite esa extracción produciendo el objeto a.
Aquí Graciela Brodsky trabaja al objeto a como insignificantizable, esto es como consecuencia de que el nombre del padre, no lo nombra todo, hay un resto que cae fuera de la significantización, hay un resto que no puede ser nominado por la metáfora paterna.


domingo, 17 de julio de 2011

Para introducir el efecto-de-formación. J.A. Miller

A. Extracción del efecto
El título del próximo Congreso de la AMP en Bruselas destaca como tal el efecto-de-formación. ¿Qué valor darle a esa extracción del efecto?   1-. Se admite que algo como un efecto-de-formación se produce, y se lo admite como algo dado de hecho; se supone un sujeto operando como analista porque se ha vuelto apto para hacerlo, dicho de otra manera, se supone que es posible poner un sujeto en condición de operar como analista.
2-. De este efecto admitido como algo dado de hecho se quiere ceñir la causa, es decir, las causas. Es por eso que el subtítulo con el cual se completa el título elegido, indica: "sus causas". Destacar el efecto tiene por consecuencia separarlo de lo que lo determina. Cuando se pone en exergo un efecto, es que se admite que hay una hiancia entre él y su causa, que el efecto conserva algo de sorpresa, que no es del mismo orden que su causa, que no se sigue de ésta linealmente, y sin solución de continuidad. Nosotros admitimos el efecto como empíricamente constatable, nosotros buscamos ahí las causas como hipotéticas, sin prejuzgar lo que ellas son.
Destacar el efecto-de-formación es admitir implícitamente que no hay automatismo de la formación analítica; no encontraremos un mecanismo; no lo buscamos; damos su lugar a la contingencia. Es la razón por la cual el sub-título indica no solamente "sus causas", sino también "sus lugares", dejando abierta la cuestión de saber dónde, en qué lugares, se efectúa la formación.
La contingencia como la multiplicidad de causas y de lugares de formación, la complejidad de sus articulaciones dejan presagiar que se encontrará en el efecto un carácter paradojal: es la razón por la que nosotros mencionamos igualmente en el subtítulo: "sus paradojas".
B. Equívoco de la Causa
Si destacamos "el efecto-de-formación", es que la causalidad en juego en la formación analítica nos aparece de entrada como no siendo unívoca. Nosotros no tratamos de detallar un método de formación. ¿Cómo se forman los analistas? La respuesta será dada a nivel de la descripción. La prescripción en esta materia podría bien no ser más que una utopía.
Si es necesario, sin embargo, llegar a la prescripción, que sea en el espíritu de Renan ("Vida de Jesús"): "Para obtener menos de la humanidad, es necesario pedirle más".
C. Panorámica
Demos un fondo a la cuestión, extendámosla.
1 - La formación no concierne sino al psicoanalista. Se forma en numerosas prácticas especializadas, tanto en las del profesor como en las del bombero ó del psiquiatra. Se forma en un gran número de prácticas. Estas formaciones han evolucionado con el curso del tiempo, tienen su historia, algunas son susceptibles más que otras de esclarecer lo que hace el propósito de la formación del psicoanalista.
2 - En segundo término, se encuentra igualmente la cuestión de la educación como tal, desde los cuidados hasta las formas más elevadas de la cultura. Podemos convocar "Paidea" y "Bildung".
3 - La formación es función de la civilización: es decir, si la encuesta histórica es vasta.
D. De la formación a la "trans-formación"
La cuestión de la formación es siempre más sutil cuando su fin no es solamente obtener la adquisición de saberes, sino también la aparición de ciertas condiciones subjetivas, una transformación del ser del sujeto. Esta se presenta tanto cuando se trata del psicoanalista, como del operador religioso, el cura, o aún del mago, del brujo.
Conviene también incluir la formación en la sabiduría tanto en sus formas antiguas, grecoromanas como en sus modalidades orientales. Hay, por ejemplo, una formación Zen, acsésis dirigida por un maestro donde se trata esencialmente de obtener una transformación subjetiva, sin transmisión de algún saber especializado (bajo el signo de S1, el bastón, no de S2).
E. El punto de fuga
Se distinguirá siempre, en la formación, contenidos epistémicos y mutación "psíquica". Cuando una formación exige la mutación psíquica, ella comporta un punto de fuga.
Hay formacionescon punto de fuga, hay formaciones sin. La transmisión epistémica es verificable por los exámenes, las pruebas estandarizadas, mientras que la verificación de las formaciones con punto de fuga es más problemática.
Asimismo las formaciones comunes, es decir, las más comunes, comportan siempre la idea de que la formación transmite una manera, un espíritu, se realiza en el surgimiento de una nueva naturaleza del individuo: ser un "verdadero" (x).
La obtención de una mutación psíquica por formación supone siempre poner a distancia contenidos epistémicos. Es un gran "topos" de la tradición humanista.
F. Releamos a Séneca
Tomemos la carta 88 de Séneca a Lucilius: "Deseas, -le escribe a Luicilius-, saber lo que pienso de los estudios liberales: esas artes deben ser nuestros estudios elementales y no nuestros verdaderos trabajos. Ya ves porqué fueron llamados estudios liberales: porque son dignos del hombre libre. Por lo demás, sólo hay uno que sea verdaderamente liberal, el que hace libre: el de la sabiduría, estudio elevado, fuerte, magnánimo. Todos los otros son pequeñeces y puerilidades."
Una nota de mi edición precisa que las artes liberales tienen para Séneca una definición más estrecha que aquélla común de su tiempo: son para él las artes del razonamiento. Y precisa aún: "El gramático maestro de escuela es a menudo un liberado, es decir, un esclavo que da una enseñanza liberal". Ella señala muy alegremente: "Esos maestros de pobre origen eran considerados como seductores de los muchachitos a ellos confiados. Encontrar un maestro no pederasta era un problema para las familias. En sus epitafios, ciertos maestros se jactaban de haber sido castos. Ellos tenían entonces una escuela para las familias distinguidas".
Séneca enumera en esta larga carta las artes y las ciencias, para descalificarlas respecto de la sabiduría: "Todos esos saberes que tú puedes aprender, Lucilius, no cuentan respecto de aquello que sólo vale verdaderamente, la adquisición de la sabiduría, y saber distinguir el bien y el mal, y mantenerse como es necesario en la vida".
Séneca dice ahora una muy bella frase, que inspira la problemática humanista, y en la cual se encuentra la paradoja en las enunciadas por Lacan sobre la formación del analista: "Todos esos saberes, no debemos aprenderlos, sino haberlos aprendido. Es una condición previa. Es siempre en pasado, siempre se dice de los clásicos que se los relee, jamás que se los lee. Es una actividad sin primera vez; la formación que vale comienza siempre después. El aprendizaje no es la formación; él la precede; la formación verdadera consiste siempre en saber ‘ignorar lo que se sabe’” (cf. "Ecrits", p.349).
La formación tiene siempre por objeto una perfección; la formación estoica tiene por objeto la perfección del alma: "La única cosa que puede conducir al alma a la perfección, es la inmutable ciencia del bien y del mal. Ahora, ningún otro arte tiene la búsqueda de los bienes y los males por objeto, sino la filosofía entendida como sabiduría".
El rechazo de todos los saberes respecto de la sabiduría no es un escepticismo; Séneca no rechaza menos el saber de aquellos que enseñan que el saber no es nada: "Relegar ese fárrago en la pila de las cosas inútiles que enseñan las artes liberales". Séneca no sólo enseña que él no tiene nada a saber, sino que el saber no es nada en comparación con la sabiduría.
G. La zona éxtima
No se trata aquí de extravagancias. No es una de esas sabidurías orientales de las que tanto nos cuesta captar el exacto funcionamiento. Es el "mainstream" (corriente principal) del humanismo occidental, tomado en la Roma Imperial en un punto donde la doctrina de la formación está ya formalizada.
La misma lógica se encuentra en la doctrina más aceptada de Lacan, que pone en el centro de la formación del analista su propio análisis. Es una zona donde desfallecen los saberes que se enseñan por la vía exterior.
Para situar las cosas, tracemos un círculo. Coloquemos en el centro un círculo más pequeño representando la zona éxtima, que es aquella del análisis, con su término, llamado "pase".
Sobre su perímetro, inscribamos los saberes que son susceptibles de ser adquiridos por los medios comunes. Entre los saberes periféricos a la zona éxtima, están también "las ciencias afines" al saber analítico (si se entiende por eso los textos que nos quedan de la aventura psicoanalítica, o la literatura que sigue produciéndose todos los días). Es un fárrago, expulsando en la zona exterior a la zona éxtima.
H. Antinomia y combinatoria
Cuando se trata de la formación analítica, ya sea en las versiones sofisticadas que Lacan nos ha presentado o en las versiones borrosas, groseras, hay siempre -entre las dos regiones del esquema- una tensión que puede ir hasta la antinomia.
Eso puede ser la puesta en cuestión, la depreciación, el rebajamiento, la suspensión, es decir, la anulación de los saberes específicos respecto de la operación de transformación subjetiva efectuada en la cura.
En el momento preciso, enero 1975, en que comenzaba la epopeya del Departamento de Psicoanálisis del que yo me convertía en director, es lo que me había inspirado para marcar discretamente que nosotros no éramos incautos del ideal de la formación, ilustrando la cubierta del número 1 de Ornicar?, con un grabado de Hogarth representando un pequeño mono malicioso regando los retoños raquíticos y muertos en sus macetas.
Un comentario de Wittkover aparecido en el número 2 daba la clave: es una burla de la educación, de la gramática, madre de las artes liberales, representada tradicionalmente bajo las especies de una bella persona regando los jóvenes brotes. Como la carta 88 lo muestra, la distancia tomada del fárrago formativo no es menos clásica que la reverencia que se le hace a la formación.
La antinomia puede jugar en sentido inverso, en beneficio de los saberes de la zona periférica, lo que reduce por lo tanto el valor formador del análisis del sujeto hasta volverlo secundario, es decir inesencial. El acento puesto sobre el "cursus" en la tradición procedente del Instituto de Berlín, y del cual el inventor fue el curioso Max Eitingon, va en ese sentido. Notemos al pasar la reticencia de Freud a instalar en Viena un Instituto de ese tipo; después él cedió.
La antinomia desaparece y la tensión se atenúa si se tiene en cuenta que los saberes existentes bajo el modo exotérico son susceptibles de encontrar una nueva gravitación, es decir, de conocer una transformación inédita en función del análisis del sujeto. Es la misión que Lacan asignaba en 1975 al Departamento de Psicoanálisis, en un texto que Uds. encontrarán en la página 313 de Otros Escritos: "Acaso en Vincennes se admitirán las enseñanzas que Freud formuló como aquellas en las cuales el analista debía tomar apoyo, confrontar allí lo que resulta de su propio análisis: es decir, no tanto para qué ha servido (su propio análisis) sino de qué se ha servido éste."
Se tiene aquí el principio de una combinatoria que va de la anulación de los saberes específicos para liberar el efecto éxtimo, hasta la reducción de lo éxtimo en beneficio de la transmisión de saberes efectivos. Notemos que es justamente cuando lo esencial de la formación es éxtimo que se abre voluntariamente los seminarios al público, mientras que se los cierra tanto más cuando la transmisión ahí es más playa, banal. Es cuando no hay nada que ocultar que se oculta; se divulga sin reticencias cuando lo que es ocultado lo es por estructura y que nada vale respecto de eso.
Entre los dos extremos, hay lugar para todos los matices, las dosificaciones, todas las finas articulaciones entre la parte éxtima y la parte exotérica de la formación.
I. Esotérico versus exotérico
Esta repartición no es sin relación con el clivaje más tradicional cuando se trata del acceso a la sabiduría: de un lado, la iniciación esotérica; del otro, la enseñanza exotérica.
J. "Mianálisis" y "mipráctica"
Este clivaje elemental reparte también la experiencia del analizante y su práctica analítica La práctica analítica de la cual se es el agente (las curas que se conducen), lo que se aprende de eso, se sitúa en la zona exterior. Es por eso que Lacan no lo toma en consideración en el pase.
De donde se produce un clivaje entre dos términos: de un lado "mianálisis", y del otro "mipráctica". No hay un acuerdo maravilloso, una armonía entre "mianálisis" y "mipráctica", sino singularmente una tensión.
Según Lacan, lo que "mianálisis" ha enseñado al sujeto, una vez llegado al fin del análisis, lo ponía no solamente en condición de practicar el análisis, sino también en condición de enseñarlo y hacerlo progresar, es decir, de analizar la comunidad misma de la Escuela que ha soportado y consagrado su trayectoria. Depreciaba la función formación de "mipráctica", se burlaba, veía allí rutina, amortización, olvido.
K. Control y clínica
Ensayemos ahora introducir en la zona exterior las diferenciaciones que responden a lo que es nuestra práctica de hecho en esta Escuela.
Hay una zona próxima a lo éxtimo: es el control. Ella hace litoral entre lo éxtimo y la zona exterior.
Se tiene el saber clínico como próximo al control.
El resto de los saberes son susceptibles de repartirse según diversas clasificaciones.
La Escuela, si ella es otra cosa que una utopía, deberá tomar en cuenta sus círculos, sus articulaciones.
Una última palabra
Vasto programa para el seminario del año próximo. No quisiera dar la sensación de que nos implicamos en una reflexión intemporal. Si nosotros la abordamos hoy, es que tenemos prisa, tanto por nuestro Congreso 2002 como por la actualidad.
En los años ’60, Lacan deploraba la negligencia de los poderes públicos respecto del Psicoanálisis, y lamentaba que ellos no se pusieran en contacto para pedirle a los psicoanalistas justificar su práctica. Esta época es lejana; sin duda se podía tanto más llamar al control del Estado cuanto que no estaba muy lejos de ejercerse; ahora que estamos más cerca de eso se afligen aquí o allá por las reglamentaciones que afectarán el medio psi.
Esta perspectiva hace estremecer a nuestros colegas de la nebulosa lacaniana; se adivina su lamento por haber sido cigarras cuando nosotros éramos hormigas. Pero por sentirse más desprovistos que nosotros, se los ve tal vez más alertas. Algunos han querido reunir antecedentes a propósito de la formación.
La nebulosa no es la única en conmoverse. Las instituciones establecidas están también en movimiento: ellas toman contacto con los gabinetes ministeriales; el presidente de la Sociedad Psicoanalítica de París se propulsa en la nebulosa. Al mismo tiempo que él demuestra una apertura tanto más loable cuanto que ella es inédita, su asociación parece trabajada por otras fuerzas, a juzgar por un artículo recientemente aparecido, que avanza sobre "los lacanismos". Se censura ahí tanto más severamente la formación que nosotros dispensamos cuanto que se lo ignora todo; se nos imputa de poner al público en peligro por nuestra impericia; se juega a los fariseos.
Esta agitación es vana. Nosotros tenemos mejores cosas para hacer: reflexionar seriamente, y no solamente para nuestro beneficio: para aquel del movimiento psicoanalítico en su conjunto porque no hay nadie más para hacerlo.

miércoles, 13 de julio de 2011

¿Qué vas a hacer para gozar más? Entrevista a Eric Laurent

13 de Julio de 2011

La pregunta de la época es: ¿Qué vas hacer hoy para gozar más? Entrevista a Eric Laurent* (París)

00:39:00 , por jalvarez Spanish (ES)
No todos los días un lacaniano habla sin límites. Por eso esta entrevista tiene algo de excepcional. Lo es, básicamente, porque Eric Laurent, psicoanalista francés, combina sus múltiples saberes para interpretar la sociedad más allá del diván. Laurent estuvo en Buenos Aires y dio una conferencia en el Instituto Clínico de Buenos Aires; presentó el seminario de Jacques-Alain Miller titulado Extimidad y se reunió con sus discípulos locales. Ex presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, es uno de los psicoanalistas más prestigiosos del mundo lacaniano franco argentino.
Héctor Pavón: Las jornadas de la Escuela de Orientación Lacaniana que usted presidió en Buenos Aires llevaron como título “El amor y los tiempos del goce”. ¿A qué se refiere esta expresión?
Eric Laurent: Significa que el discurso amoroso se modifica a medida que algo de lo real se desplaza en la civilización. El goce es la palabra que designa el hecho. Alude al hecho de que para el sujeto parlante la experiencia del placer siempre incluye un más allá del principio de placer, como decía Freud. Es decir, uno se engancha con algo y puedo incluso pasar a una adicción con la comida, el sexo, el trabajo, la tele, la pantalla, el juego. Un modo de adicción que va mucho más allá del placer. Y es esta zona que designa el goce. Y como estamos en una época de post-liberación sexual, en referencia a la llamada liberación sexual que tuvo lugar en los ’70, y con la que hubo un cierto alivio del peso de las prohibiciones, estamos ahora en una experiencia que incluye esto y que nos da una cierta época de pornografía generalizada, más o menos chic, estetizada, con una oferta de representaciones del sexo mucho más amplia que lo que había antes. Así, el sujeto contemporáneo tiene que levantarse cada mañana preguntándose a sí mismo qué va a hacer para gozar más.
H. P.: ¿Y qué hace el sujeto ante semejante demanda?
E. Laurent: Al tener que decidir qué va a hacer para que su vida tenga más placer y más goce se desplaza el discurso amoroso que se vuelve una barrera contra los excesos del goce. Y a medida, precisamente, que existe este empuje superyoico, tipo “qué haces tú para gozar más”, cada vez que el sujeto está enfrentado con esto, para protegerse, el discurso amoroso viene a poner una barrera: que no se puede gozar del todo del objeto amado, y que hay una cierta barrera: la de la dificultad de reconciliar amor y goce, del pudor, la admiración, respeto.
H. P.: Eso también implica reinventar una época. Para el psicoanálisis, ¿esta época tiene un nombre?
E. Laurent: Es la época del otro que no existe; una cierta descreencia en el otro como tal. Y al mismo tiempo, surgen procedimientos de remiendos con cierto corpus moral o legal, o ética, en el cual se confunde o se mezclan el nivel de prescripción legal y de prescripción moral. Que son como estos procedimientos de remiendo del agujero que se ha generado.
H. P.: Usted hablaba del goce como adicción, o viceversa. ¿Allí entran síntomas sociales como los de la bulimia y la anorexia?
E. Laurent: Para que se produzca esta epidemia, primero hay que salir de la escasez, del hambre. Una vez que se sale de la necesidad, la pregunta es qué voy a hacer para gozar más. Inmediatamente dice que no hay que vivir para comer. Y vivir para comer puede ser también vivir para rechazar lo que te proponen comer. Karl Lagerfeld decía: “tenemos que exigir de la moda que tengan modelos que tengan un peso normal y no éstas anoréxicas”. Pero al mismo tiempo sostenía: “nadie quiere ver mujeres gordas”. Surge un conjunto de cosas que van desde las prescripciones médicas, dietéticas, el discurso de la higiene, la industria de la moda. Todo esto construye un circuito pulsional muy amplio, que va mucho más allá de lo que era completamente taponado por las prohibiciones, del modo de vivir tradicional.