jueves, 15 de marzo de 2012

Autistas, ¡niños al fin!

Varité
El autismo
Febrero 2012
 
Entrevista a José Fernando Velázquez
Autistas, ¡niños al fin!
por Viviana Berger
Autistas, ¡niños al fin!V: Leyendo tus Comentarios al caso Marie Francoise, de Rosinne Lefort - que tan generosamente nos has autorizado a publicar en esta Varité , se ilumina de un modo muy preciso, el modo en que opera un analista en la clínica del autismo – que claramente, no tiene nada que ver con inculpar a los padres ni ponerlos al trabajo pedagógico. ¿Puedes explicarnos, entonces, ¿de dónde surge esa falaz idea de que el psicoanálisis adjudica a los padres la causa del comportamiento autista del niño?
JFVDebemos tener en cuenta que sólo a partir de los siglos XIII al XV comienza a introducirse al niño en la vida familiar y social, con un valor diferente al de puro objeto de patrimonio, y fue seguido en el siglo XVI por una oleada moralista que ubicaba al niño como un ser inocente y débil, reflejo de una supuesta pureza de carácter divino. Es a finales del siglo XVII y en el XVIII que adopta toda su vigencia el discurso higienista alrededor del niño como prevención de los trastornos de la conducta en el adulto.
La imbecilidad, la idiotez y la locura en los adultos, los hacía "infantiles"; "ellos se habían quedado en el nivel de habilidades de un niño y la responsabilidad era de lo familiar, por no haber cuidado o promovido el desarrollo".
El colegio y los internados vinieron a suplir las deficiencias en cuanto al encauzamiento disciplinario. Los niños se hicieron objeto de estudio de la pedagogía, la pediatría y la ciencia psiquiátrica y psicológica, disciplinas nacientes bajo el influjo del paradigma de la "degeneración" de las costumbres como causas de cualquier enfermedad o defecto comportamental (entre todas ellas, las psicosis y la masturbación).
Somos herederos del discurso común que relaciona al niño con el Otro más inmediato, sus padres, sus barrios, sus entornos más locales y próximos, y de la teoría de la degeneración. Está la pregunta: ¿qué transmiten esos Otros al niño? Ahí estuvo la búsqueda con algunos extravíos en relación a las psicosis en el niño y el adolescente, en la que el psicoanálisis y la psicología participaron y que ahora son parte de nuestra crítica reflexión. En esta reflexión hay una respuesta "contemporánea" tan peligrosa como la de culpabilizar a la madre: la de las neurociencias, cuando dice que todo comportamiento proviene del entrecruzamiento de genes, y no dice nada de la función de la cultura y su contracara: el goce.
Se dice que el Otro transmite algo al niño con su propia vida y que es ese algo "lo que cimenta su estructura síquica": genes, costumbres. Seguimos pensando el problema desde la dimensión de la culpa, la degeneración (genética o comportamental) y el ejemplo.
J. Lacan criticó en el llamado "Discurso de Clausura de las jornadas del niño alienado" desde el año 1967, eso de atribuir la estructura del niño a las características fenotípicas de los padres: "débiles, alcohólicos, dominados, ciegos y patizambos; madres esquizofrenógenas, suficientemente buenas, envolventes, sobreprotectoras, etc.". J. Lacan nos enseña trascender esa posición del analista frente a la psicosis en los niños, pero es un mensaje que aún no llega a la psicología ni a vastos campos del psicoanálisis.Hay que ir más allá para dar cuenta en el niño, no solo de la condición de objeto que él como niño ocupa para el Otro, sino de la presencia en ambos, tanto en el Otro como en él mismo, de un goce, que más allá de los ideales busca regularse y satisfacerse. 
Lacan plantea que el Otro no son los padres sino el lenguaje, y que los padres lo que hacen es trasmitirlo. Es eso lo que hace efecto de estructura subjetiva en el niño. Este proceso, que no es un desarrollo, ha sido dilucidado por el psicoanálisis lacaniano, al identificar una célula de la subjetividad, el encuentro del ser de goce con la palabra, con un afecto, con una imagen, con un goce, que provienen del Otro que habla. Todo sujeto, niño(a) constituye su propia versión de goce, y a nivel de su relación con el Otro familiar e institucional, constituye una posición en la que articula algo de los goces que obtiene de los objetos y de los goces que le reporta ser él mismo el objeto para el goce del Otro. Y todo esto confluye en que el niño se hace Uno, en singular, y diferente a todos los demás.
Lo que el psicoanálisis lacaniano ha dilucidado respecto al autismo como síntoma de una estructura psíquica o de un estilo de vida contemporáneo, es que hay un funcionamiento subjetivo que empuja hacia un comportamiento obsesivo realizado sin posibles equívocos, y hacia el goce autoerótico, todo como respuesta frente a un Otro demasiado sonoro y angustiante.
V: Tomando esta última idea, sería muy interesante si pudieras transmitirnos ¿cuál es la posición que el psicoanálisis toma respecto de los dispositivos de aprendizaje y las instituciones dedicadas a la rehabilitación del autista. ¿Cómo conviven el psicoanálisis y la pedagogía?
JFVEn la psicosis, el autismo es un síntoma de ella, el Otro, la familia, el maestro, el compañero de aula, hace las veces de un poder extraño al niño que se le impone al sujeto de manera intrusiva. Esa es la manera como el niño autista interpreta cualquier iniciativa que venga de fuera. 
Una de las respuestas características es el rechazo, la construcción de una muralla o fortaleza, que es como Bethelheim llamaba a la defensa autista. Ello quiere decir que el sujeto autista arma una defensa ante la dificultad de sostenerse como sujeto de enunciación en el lazo con el Otro, con su cuerpo, con su lenguaje o con sus impulsos, y esta defensa es el aislamiento y la falta de consentimiento a hacer parte de lo colectivo, a donde lo empuja la familia y la pedagogía. La respuesta estereotipada o agresiva son otras de las conductas que más impiden la integración a cualquier grupo.
El asunto del que dependerá toda posibilidad de trabajo es si el sujeto autista podrá o no, ingeniarse una práctica, que sea propia, para domar eso que se le presentifica de forma intrusiva por la voz o la presencia del otro, y tolerar aquello que ese otro le exige, como es su progreso académico. 
El psicoanalista podrá asesorar tanto a padres como a docentes sobre cómo es el mecanismo que cada uno de esos niños inventó para atemperar al Otro y hacer su vida vivible. El psicoanalista trabaja con el autista a través del objeto y no del niño como objeto a cuidar. Para el autista un objeto cobra una singularidad y valor incomparable. Ese objeto autista nos enseña la materialidad del significante como forma de relación al Otro. Para que el analista pueda reconocerlo debe generar un vacío que permita al niño construir una estrategia y validarla para que pueda entrar el sentido.
Es ese hallazgo el que compartirá con padres y maestros, defendiendo además las construcciones que el niño hace, ante el imperativo de familiares y pedagogos de que éstas sean eliminadas.
V: Finalmente, ¿cuáles son las consecuencias de la reducción del autismo a un trastorno del desarrollo tal como proponen las clasificaciones actuales?
JFVEl concepto de desarrollo es válido pero en un terreno específico para el ser vivo cual es el campo en el que debe cubrir sus necesidades biológicas, porque el neonato humano es de los animales que requieren de más tiempo para adquirir las condiciones de vida independiente del otro. Las necesidades exigidas por el lazo social, entonces, operan buscando la uniformización de los sujetos, de sus respuestas y de sus modos de gozar. El desarrollo se refiere a cambios en ciertas condiciones físicas o emocionales que pretenden alcanzar un fin como ideal.
El psicoanálisis también habló en su momento de etapas del desarrollo al considerar sólo la dimensión del sentido del ser hablante. Hay un punto en el que nos situamos en el lenguaje en el que el Otro nos reconoce mejor. Esta tendencia situaba por ejemplo al Edipo como un estadio terminal del desarrollo y como un modelo del final del análisis.
El Campo Freudiano con la orientación de Lacan reconoció además otra dimensión que está por fuera del desarrollo, al concebir al sujeto hablante inserto en un cuerpo que goza de una manera que no se despliega en un progreso. Es un goce que angustia porque el ser ahí enfrente de su verdad más íntima está solo. Es allí donde fracasa la consejería, la amenaza, y las prácticas conductuales. El dispositivo psicoanalítico ofrece a cada uno la construcción de un saber hacer con ese ser de goce que lo habita para que no aparezca como imposición o como pasaje al acto, con todas las consecuencias traumáticas, así sea que el sujeto construya un buen síntoma y con él pueda desempeñarse en el lazo social.

martes, 6 de marzo de 2012

Notas sobre XII Conversación Clínica ICF españa

6 de Marzo de 2012

Crónica: El Final. Algunas notas sobre la XII Conversación Clínica del Instituto del Campo Freudiano en España. Margarita Álvarez (Barcelona)

23:56:00 , por jalvarez Spanish (ES)
Este fin de semana tuvo lugar en Barcelona la XII Conversación Clínica del ICF en España,(1) que tuvo por título y tema “El final” y contó con cerca de 400 participantes.
La conversación clínica del año pasado, cuyo material acaba de ser publicado en un libro de la colección ELP-Gredos,(2) había girado en torno a las terminaciones de los análisis y a cómo el analizante o el analista pueden dar cuenta del final de los encuentros. Este año la conversación clínica ha dado un paso más abordando la problemática del final del análisis.
Como plantea el texto de presentación de la conversación no hay una última palabra del análisis o la palabra del fin, un análisis termina más bien sobre un imposible de decir. Pero hablar de final implica que el análisis ha tenido un fin, con el acuerdo o no del analista. ¿Se puede anticipar un final? ¿Sobre qué se hace y se decide un fin de análisis?
La conversación se organizó en torno a la presentación y discusión de ocho casos de otros tantos colegas, todos ellos AE de la ELP y de la Escuela Una: Lucía D'Angelo (1997-2000), Shula Eldar (1998-2001), Xavier Esqué (2003-2006), Araceli Fuentes y Pilar González (ambas en ejercicio), Vicente Palomera (1999-2002), Estela Paskvan (2002-2005) y Antoni Vicens (2008-2011). Y contó con la presencia y animación de Jacques-Alain Miller en la tarde del sábado y de Marie-Hélène Brousse en la mañana del domingo. El trabajo se vertebró en cuatro mesas, cuyos ejes de trabajo fueron: 1) El final, hacia el analista; 2) Saber hacer con… 3) Las modalidades de goce y lo incurable; 4) Síntoma y fantasma al final.
La animación del debate estuvo a cargo de Guy Briole y Gabriela Galarraga.
Me limitaré aquí a subrayar algunos de los puntos que me resultaron más interesantes.
En uno de los casos, tras varios años de recorrido analítico, cuando la paciente se comienza a preguntar por el final y la salida del análisis, un sueño permite extraer una identificación al analista que se piensa podría hacer de barrera al fin. Sin embargo, la analizante no ha abandonado aún el dispositivo y hay tiempo aún para que esa identificación pueda trabajarse.
Para abordar el final de análisis en otros dos textos –un caso clínico y un testimonio de AE-, J.-A. Miller retomó una cita del Seminario XXIII, aportada por Shula Eldar en su texto, donde Lacan se refiere a la historia como “el más grande de los fantasmas”, una trampa que el pensamiento urde alrededor del “fuego frío de los fragmentos de real”.(3) ¿Cómo encontrar en estos análisis, “esos fragmentos fríos”?
En uno de estos dos textos, la hija interpelaba en la adolescencia al padre durante la comida, y tras hacerle entrar en cólera, tragaba y callaba. Esta escena se repetirá en la situación transferencial.
Esos fragmentos de lo real son los restos del traumatismo, que han quedado fijados, momento de separación entre el cuerpo y el goce. A partir de entonces, el goce se coloca del lado del Otro, y por tanto, se va a buscar de su lado. Así, el fantasma es una primera manera de tratar estos fragmentos, estos trozos de real y ligarlos a un sentido. Pero, a la vez, es un disfraz pues la orientación hacia lo real en psicoanálisis no es la orientación en el sentido sino que lo forcluye.
De este modo, J.-A. Miller puso de relieve que en el caso citado, la pelea con el padre durante las comidas, pone en juego el objeto oral y el objeto vocal, así como el sentido fantasmático “tragar y callar”. El padre abre el “para todos”, que el sujeto interpreta “para todos menos yo” y esta interpretación fantasmática queda fijada de manera dolorosa y vinculada a una sensación de injusticia.
Pero al final del análisis -señaló-, se trata de la boca que se come a sí misma, tal y como Lacan retomó de Freud, quien definió la pulsión en 1905 como una boca besándose a sí misma.4
El padre que monta en cólera testimonia del efecto de goce de la hija sobre él. En este caso de histeria, se trata de que el padre goce, que manifieste algo de la vida.
Hacer gozar al padre es algo muy distinto que la historia fantasmática que el sujeto ha tejido.
En otro caso, la analizante cuando está contenta, se va, tal como señala Lacan respecto a los finales de análisis en las “Conferencias en las universidades americanas”.(5) No se trata aquí de un análisis que lleva a la producción de un analista. La madre era la pareja del sujeto a la entrada –señaló Marie-Hélène Brousse- y lo sigue siendo al final, es decir, el recorrido confirma su posición en la vida, su sinthome. Podemos decir que el trabajo realizado permite al sujeto dejar de estar embarazado por su sinthome sin desembarazarse de él, lo que constituye un ejemplo interesante de la última enseñanza de Lacan al respecto: donde se trata de saber hacer con su posición.
En otro caso, cuando el final aparece en el horizonte, la idea de la separación respecto al analista trae un “estarás sola” que resuena a una frase que el padre decía al analizante, como un “te quedarás sola”.
El final de análisis conlleva la soledad, quedarse sola. Sin embargo, se trata de un “sola” distinto del mandato superyoico, que dejaba al sujeto sumido en la desesperación. Este “sola” nuevo introduce otro matiz, una enunciación distinta: Estaré sola con algunos amigos, con mi hijo, etc., del mismo modo que en psicoanálisis, con relación a la autorización del analista decimos “se autoriza de sí mismo… y de algunos otros”.
El trabajo sobre el segundo testimonio llevo a un debate sobre el duelo. Los efectos del duelo no realizado por la madre, muerta durante los primeros meses de vida del sujeto, dejaron una marca en el cuerpo, en forma de un FPS, que la condenaba a morir. El duelo que tuvo lugar en el análisis permitió al sujeto separar su cuerpo vivo del cuerpo muerto de la madre y elegir no morirse.
Cuando se pierde a alguien, lo que se pierde es a uno mismo como el objeto que fue para el otro. Un duelo –señaló M.-H. Brousse deshace el nudo: queda el sujeto, los significantes, la imagen, trozos de voz, etc., pero lo real de la persona ya no está más. Se separa lo que anuda el sinthome.
Hay una diferencia entre el sujeto, el objeto y lo vivo, aquello que en el parlêtre tiene que ver con lo reprimido fundamental.
El final de análisis implica que aquel que ha hablado y ha sido escuchado, puede finalmente escucharse, desde donde el Otro escucha. En la transferencia del hablar al escribir se produce una letra. A partir de ahí, la apuesta del pase es que el cartel va a poder leer algo.
El último caso al que me referiré permitió ver lo que ocurre cuando la palabra de una mujer encarna para el hombre el superyó. El hecho de creerla puede ser un verdadero obstáculo para acallar a la mujer que vocifera, un obstáculo para empezar el análisis.
A partir de aquí, se señaló la diferencia que Lacan establece en RSI (6) cuando dice que una mujer es un síntoma para un hombre y, tomando la relación entre amor y locura, diferencia entre “creerlo”, “creer allí” (y croire), creer que eso puede querer decir algo, y “creer en el síntoma” (croire à). Es la diferencia entre neurosis y psicosis, entre la relación con el inconsciente y la alucinación.
Primero un hombre puede creer en una mujer y, luego, eso le permite creer en la especie. Pero el hecho de que un hombre crea en una mujer no implica que pueda hacer un sinthome con ella. En el caso mencionado, al final del recorrido analítico, el analizante vuelve a elegir la misma mujer, pero desde otra posición, lo que permite que ella devenga un síntoma para él.
Para finalizar, solo añadir que la conversación estuvo precedida por un intenso trabajo preparatorio en dos vertientes. Por un lado, queremos destacar la labor de investigación de la comisión bibliográfica, coordinada por Félix Rueda, sobre el tema del final de análisis en la enseñanza de Jaques Lacan (en el seminario, los escritos y las conferencias).
Por otro, la preparación de la conversación contó con una novedad en la vertiente del habitual trabajo on line. Esta vez la comisión de organización tuvo la excelente idea de proponer a distintos colegas que comentaran con brevedad y precisión, a modo de flash (término que dio nombre a esta modalidad de comentario), algún párrafo escogido de Jacques Lacan sobre la problemática del final del análisis. Contamos así con veintidós precisas aportaciones de otros tantos colegas. Todo ello ayudó a preparar la conversación y ha colaborado en el éxito de la misma.
Notas
1. Celebrada en el Hotel Majestic de Barcelona los días 3 y 4 de marzo de 2012.

2. Lacan, Jacques: El Seminario XXIII: El sinthome (1975-1976). Buenos Aires: Paidós, 2006.

3. VVAA: Terminaciones de análisis. Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller. Madrid: Gredos, 2012.

4. Freud, Sigmund: “Tres ensayos de teoría sexual” (1905). En: Obras Completas, vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1984, p. 165.

5. “Un análisis no puede ser llevado demasiado lejos. Cuando el analizante piensa que es feliz en la vida, ya basta”, en: Jacques Lacan: Conferencias y conversaciones en las universidades americanas. Noviembre de 1975. Inéditas.

6. Lacan, Jacques: RSI. Clase del 21.1.1975. Inédito.