domingo, 24 de junio de 2012

Padres al sol. de Jose Ramon Ubieto

23 de Junio de 2012

Padres al sol*. José Ramón Ubieto (Barcelona)

01:27:00 , por jalvarez Spanish (ES)
Un dato novedoso del impacto de la crisis es que los más afectados, junto a los niños, son hombres jóvenes y de mediana edad con hijos a cargo. “Hombres al sol” que enfrentan un futuro incierto, a veces con respuestas -en aumento- de carácter violento y/o depresivas importantes, que pueden llegar en algunos casos al suicidio. En la clínica privada y pública constatamos también el incremento, en los últimos meses, de las consultas de estos sujetos inestables, carentes de la salud que Freud atribuía a la “capacidad de amar y trabajar”.
Françoise Sagan, en sus novelas Adiós tristeza y Una cierta sonrisa (mediados de los 50’s) ya anunciaba este declive de lo viril y su reemplazo por una nueva masculinidad basada en la igualdad hombre – mujer. ¿Cómo caminar entonces hacia ese horizonte unisex? Una vía, elegida por muchos hombres, es la del ideal de una nueva paternidad que se ofrece como el buque insignia de las transformaciones de la masculinidad. Se presenta, además, como la “solución” a la guerra de los sexos ya que aquí sí hay una armonía (libre de violencia y competencia) que contrarresta la desigualdad de género. No en vano la crisis de la masculinidad va pareja con el declive de la imagen social del padre, avanzada por Jacques Lacan (1938).
Se trata de una paternidad igualitaria, distinta de la tradicional, donde los hombres “comparten el polvo” (lema de la campaña de igualdad que en 1998 promovió la Diputación provincial de Córdoba) y eso incluye también el trabajo domestico y la crianza. Este “hombre nuevo” debe hacer el duelo por la pérdida de la autoridad tradicional y obtener su nueva ganancia a través de los afectos y el cuidado de los hijos. Los datos que los sociólogos nos ofrecen no desmienten esta estrategia pero matizan el alcance real de ese ideal y en la consulta no escasean los casos de padres “agobiados” y desorientados ante este reto.
La crisis actual, con la pérdida de su rol de sustentadores principales de la familia, que en poco tiempo ha pasado del 85% al 50%, abre diversos interrogantes: ¿Cómo ejercer ese nuevo rol masculino y paterno cuando los varones pierden su principal activo, el trabajo y los beneficios obtenidos? ¿Se trata, para recuperarles, simplemente de entrenarles en habilidades y competencias parentales para reinventar su rol y elaborar el duelo de este renovado Adiós al macho? ¿La parentalidad positiva, promovida por la UE, subsume la relación de pareja? ¿Estas nuevas reglas familiares son sólo un asunto privado, a dilucidar entre hombre y mujer?
Cada uno es, sin duda, responsable de sus actos pero las cartas con las que juega la partida de su vida condicionan sus factores de riesgo y protección. Por eso liquidar las formas de solidaridad colectiva, como es el modelo del estado del bienestar, no será sin consecuencias.
Recurrir a la violencia, contra sí mismo o contra la pareja o los hijos es una de ellas. La violencia retorna como salida fallida a una crisis personal, familiar o social. Su aumento es un síntoma que contiene un mensaje al que no podemos ser sordos salvo que queramos condenarnos a su repetición ciega y mortífera.
*Publicado en La Vanguardia. Con la amable autorización del autor.

Visite: http://joseramonubieto.blogspot.com.es/

miércoles, 6 de junio de 2012

La pasión de la ignorancia Graciela Brodsky


Los celos se acompañan con una búsqueda de la verdad

La pasión de la ignorancia

La autora de la nota vendrá el sábado en Rosario, para disertar sobre Joyce. En este texto, se refiere a los celos como una consecuencia de la sexualidad femenina: la confrontación con la existencia de otra relación con la castración.

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Lacan ubica a los celos, en hombres y mujeres, como consecuencia de la sexuación.
Por Graciela Brodsky*
Es frecuente que los celos se presenten comprensibles, cargados de significado y ubicados a nivel de los afectos, rechazando el inconsciente, puesto que se los toma como índices de una verdad que podría verificarse. Pasión de la ignorancia, se acompañan con una obstinada búsqueda de la verdad. Esto los transforma en un obstáculo, tanto para la asociación libre como para la interpretación.
Freud ubica claramente dos factores en los celos: la proyección de la propia infidelidad, que reserva para los celos masculinos. La homosexualidad inconsciente, que si bien Freud vincula con los celos masculinos y delirantes, es también una referencia que emplea para los celos femeninos y neuróticos.
Es posible resumir así esta postura freudiana en torno de los celos masculinos: dificultad para la interpretación, origen edípico, mecanismo de proyección y ligazón con la homosexualidad inconsciente.
Lacan, por su parte, ubica a los celos como una consecuencia de la sexuación. Por sexuación indicamos que, más allá de las condiciones biológicas, es necesaria una implicación subjetiva del sexo. Sólo hay sexuación si el sujeto se inscribe de alguna manera respecto de la castración y su significante: el falo. Sobre el cuerpo imaginario, la acción del significante inaugura todas las significaciones del tener o no tener, del ser o no ser. La acción del significante se ejerce también sobre lo que, al cuerpo, lo parasita y lo agita: un goce que también debe inscribirse en términos de goce fálico.
La heterogeneidad de la sexuación masculina y femenina produce para ambos sexos un desdoblamiento de la vida amorosa. Siguiendo la lógica tener﷓no tener, se opera una divergencia entre el objeto de amor y el del deseo. Esta duplicidad vale también para la mujer. Ella tampoco puede amar allí donde desea, ya que si su deseo requiere la fetichización del órgano del partenaire, el amor, en cambio, no puede obtenerlo sino "del hombre muerto o del amante castrado", es decir, de aquel que está en posición de dar lo que no tiene. Aún en el mismo hombre, ella exige dos: el portador del falo y el que, por no tenerlo, puede darlo en el amor.
Los celos masculinos no se explican por simple proyección de la divergencia de su propia vida erótica sino que se derivan de esta duplicidad respecto del falo requerida por la mujer en su partenaire.
En los años 70, Lacan da un paso más y demuestra que los celos masculinos no sólo son el resultado de la duplicidad del objeto de amor y de deseo en la mujer, sino que se deducen del desdoblamiento de ésta en lo que respecta a su goce. Allí donde el hombre la quiere toda para él, la cree toda, ella tiene un goce que no comparte con él y que la vincula con el Otro. No se trata de otro hombre, se trata de otro goce.
En Lacan, la mujer, en tanto que no lo tiene, sólo obtiene el signo de que lo es a condición de hacerse objeto del deseo del hombre, objeto imaginario del fantasma que a esta altura de su enseñanza, Lacan hace coincidir con el falo. Así, para ocupar su lugar en esta dialéctica, el signo del deseo del otro le es imprescindible, y si esta "prueba última" falla, si el deseo del hombre no le rinde homenaje, si le devuelve que ni lo tiene ni lo es, se abre bajo sus pies la grieta por donde se deslizará fácilmente hacia el pasaje al acto o el acting out.
En la enseñanza de Lacan fechada en los años 70, para Lacan ya no se trata de ser el falo, sino de ser la única.
¿Para qué le sirve a una no﷓toda la fidelidad del hombre? Sigamos el comentario que hace Jacques﷓Alain Miller en Los signos del goce de El atolondradicho. Si de boca de Tiresias obtenemos que una mujer es la única cuyo goce sobrepasa al que surge del coito -es decir, el goce fálico﷓, el paso de Lacan es trasladar la posición femenina en el goce a una exigencia de reconocimiento: "Por eso mismo quiere ser reconocida como la única por la otra parte". De esta manera, volviendo a echar mano al reconocimiento -que ya había explorado en el informe de Roma bajo la célebre fórmula Tú eres mi mujer﷓, Lacan deduce la exigencia de amor de la estructura del goce femenino.
Tanto para Freud como para Lacan los celos femeninos se derivan de la propia femineidad y no de la naturaleza de la masculinidad. Los celos en la mujer -al igual que los celos masculinos﷓ son una consecuencia de la sexualidad femenina: confrontarse con la existencia de otra relación con la castración, otra posición en el deseo, otro estilo en el amor, y Otro goce, distinto del de Uno.
*AME de la EOL y de la AMP
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miércoles, 9 de mayo de 2012

Entrevista a Jorge Alemán: Una de las maneras de sustraerse a la técnica es la política.


9 de Mayo de 2012

“Una de las maneras de sustraerse a la técnica, es la política”.* Entrevista a Jorge Alemán (Madrid)

01:55:00 , por jalvarez Spanish (ES)
En su último libro, “Soledad: Común. Políticas en Lacan” (editorial Capital Intelectual), el psicoanalista argentino Jorge Alemán aborda los efectos de la técnica sobre la sociabilidad contemporánea, los sujetos y las naciones, diferenciando los escenarios europeos, norteamericanos, asiáticos y latinoamericanos, en una perspectiva que jamás pierde de vista tanto la obra de Lacan como la de Heidegger. Esta es la conversación con Ñ digital.
-En su opinión, el colapso financiero europeo y sus desinencias hacia otras zonas del globo, ¿es una crisis socioeconómica o una mutación epocal?
-El orden simbólico en el siglo XXI cambió notoriamente en los últimos 20 años. Por eso, creo que es importante introducir un matiz sobre la palabra crisis. En general, se tienden a pensar las crisis -de cualquier clase- como dislocaciones que se producen en algún momento y que luego, por diversas razones, remitiendo. Es decir: de una crisis se espera que termine y que se restablezca un momento anterior. En el caso de la situación actual, yo pienso que no va a haber un restablecimiento sino que lo que se está configurando es un nuevo modelo de acumulación del capital que ahora se estabiliza tal como Karl Marx lo había formulado bajo la epifanía de que todo lo sólido se iba a desvanecer en el aire. Eso por un lado.
-¿Y por el otro?
-Acompañando, es un momento de constitución de un orden inédito, donde la dimensión de la técnica, según el análisis que hizo Martin Heidegger, ha logrado constituir una estructura de emplazamiento que organiza a los pueblos, a las naciones y a los sujetos bajo una serie de dispositivos que ya no se pueden comprender según las lógicas simbólicas tradicionales. Son dispositivos de control donde funcionan protocolos de evaluación, objetivación, planificación, producción biopolítica (de los sujetos), etcétera. En Europa no parece existir ninguna posibilidad de interrumpir ese circuito. No surgen experiencias, que tendrían que ser experiencias políticas, que puedan interrumpir el circuito entre esos dispositivos de control y los sujetos bajo control.
-Eso tiene consecuencias clínicas.
-Por supuesto. Al no generarse nuevos lazos sociales lo que se constan son pasajes al acto, suicidios, toxicomanías, new age, sistemas de autoayuda, depresiones masivas, ataques de pánico, medicalización e infantilismo generalizado.
-¿Qué quiere decir con infantilismo generalizado?
-Es una manera de nombrar cierta forma de habitar el mundo, un mundo donde nadie está atravesado por una idea. Las personas están encorsetadas entre las opiniones. Están reducidas a su cuerpo y las opiniones. Es como si a los sujetos que circulan en esos dispositivos se los condenara a vivir entre opiniones y cuerpos. Pero el orden simbólico es algo más que opiniones y cuerpos. El orden simbólico está en relación con una verdad. No con una verdad que se construya reflexivamente sino con una verdad que se tiene que descifrar, que interpela. Esa experiencia de ser interpelado, que interpela, que empuja a que el sujeto tenga que descifrar su posición, esos dispositivos de control, la reprimen. El capitalismo actual no permite pensar cuál es el lugar de su corte o su interrupción. Y la técnica funciona de una manera tal que agota a la realidad en esos dispositivos.
-¿Y entonces?
-Y entonces hay que preguntarse si en este escenario hay lugar para un relato emancipatorio. Es decir, frente a esta situación, es imprescindible pensar cuáles serían las modalidades actuales, y bajo qué vías atravesar esta situación. Y para eso, creo, habría que redefinir la experiencia política.
-¿Cómo es eso?
-En mi último libro desarrollo la cuestión a fondo. A mi juicio, la redefinición de la experiencia política exige implicar al sujeto, establecer una nueva lógica de la relación política-sujeto. No creo que hoy haya un sujeto histórico que por su propio movimiento teleológico y de manera endógena, a través de la lucha de clases, sea susceptible de transformar la situación, tal como se definía en el marxismo clásico. Tampoco creo, como lo formula la filosofía italiana, con Toni Negri a la cabeza, que esta estructura tardocapitalista esté generando lo que ellos llaman un “general intellect”, que consistiría en una experiencia de lo común, de producción de subjetividad que lograría, en un momento dado, sustraerse a los dispositivos tecnocráticos y a los del capital. En esa lectura inmanentista, creo que subsiste la creencia de que el propio movimiento interno del capitalismo producirá su atravesamiento, lo que volvería a la política (que incluye la gestión) innecesaria. No creo en eso.
-Heidegger dice que la ciencia no piensa.
-La fórmula de Heidegger es que lo grave de esta época es que aún no se piensa. Está en su seminario “¿Qué significa pensar?”. Ahí hay una serie de teoremas (Heidegger era mucho más lógico y formal que lo que muchos de sus comentadores creen) donde dice que hay una suerte de pliegue donde la ciencia deviene en técnica. Pero la ciencia no es la técnica. La ciencia -en el sentido moderno de su acepción- tenía alguna relación con la verdad. En la experiencia de la ciencia estaba el descubrimiento, la subjetivación, la fundación de un nuevo ámbito. Y a la vez, siempre definía un nuevo objeto. A través de la ciencia siempre aparecía un nuevo objeto en el mundo. La técnica no tiene ningún objeto. Al contrario: es la integración de todos esos saberes al servicio de destruir la imposibilidad, al servicio de producir un nuevo tipo de realidad donde lo imposible no tenga lugar. En la ciencia había imposible, había límite. La técnica es la introducción de lo ilimitado. En la técnica, lo imposible quedó erradicado, y prolifera, se expande de una manera rizomática, transversal, conectando todo con todo. Entonces se vuelve más difícil establecer un corte. Esta no es la época de la ciencia sino de la técnica. Heidegger creyó que había una forma de responder a la técnica, por medio de la serenidad. Decir que sí y que no a la vez. Habitar la técnica, porque no se puede caer en una posición nostálgica anterior. Y encontrar un espacio de sustracción. La única forma, creo, es a través de la política.
-La política está cuestionada desde todos los lugares posibles.
-Es cierto. Pero existen diferencias. Los europeos que no piensan igual que cierto nihilismo muy de moda, piensan que para que suceda algo nuevo en el campo de la política hay que ser fiel a los acontecimientos. Los acontecimientos -y me refiero a Alain Badiou- se traducen como aquello que surge -en un estado de cosas- de manera incalculable, indeterminada e imprevisible. Un acontecimiento es algo que no estaba previsto. Y un acontecimiento político es algo que no está controlado ni por el capital ni por el estado. Y podría haber política en la medida que apareciera un sujeto que sea capaz de subjetivar, y de ser fiel a ese acontecimiento. En general, para los filósofos europeos postmarxistas, la forma-estado y la forma-partido ya no son vías idóneas para constituir una experiencia política que comprometa al sujeto. Estos pensadores cuestionan al Estado, al partido pero también a los derechos humanos, entre otras cosas porque los propios partidos socialdemócratas se ocuparon de borrar la diferencia entre derecha e izquierda. Pero cuando piensan a América latina en los mismos términos, se les escapa cierta especificidad.
-¿Cuál sería esa especificidad?
-Creo que en América latina el Estado puede seguir siendo una superficie de inscripción de procesos emancipatorios. Los derechos humanos, particularmente en la Argentina, han sido una operación decisiva para la construcción de un nuevo proyecto político. Y la construcción regional latinoamericana, no pienso que sea una experiencia a desestimar. No me parece que sea algo que pueda ser fácilmente subsumido por el estado dominante de las cosas. Pienso que la construcción de hegemonías en el sentido de Antonio Gramsci, de Ernesto Laclau, pensadas con las lógicas de Lacan, son pertinentes para entender los procesos políticos latinoamericanos. Es lo que estamos viviendo, con sus ventajas y sus desventajas. En el mundo de hoy, el escenario norteamericano es el de la dominación empresarial y el capitalismo de estado de los chinos es muy inquietante (y novedoso). China está demostrando de una forma muy efectiva la circulación de la forma-mercancía, sin la necesidad de una burguesía, la que se suponía era la clase social encargada de pilotear ese movimiento. Autoritarismo sin burguesía y mano de obra barata, en términos de PBI, no es fácil de asimilar. Y no es una solución a largo plazo para las problemáticas del sujeto. Aunque esa cultura desconozca lo que es el individualismo.

viernes, 4 de mayo de 2012

Píldoras del discurso de clausura J.A.Miller en el VIII Congreso


PRÓXIMO CONGRESO AMP 2014 EN PARIS
UN GRAN DESORDEN DE LO REAL EN EL SIGLO XXI
Píldoras del Discurso de Clausura de J.A.Miller.
por Rosa Lagos
...nuestra clínica deberá centrarse  en desordenar la defensa contra lo Real.
…Renovar nuestra práctica, a la luz del desorden en lo Real.
…primero lo Real se confundía con la naturaleza, en ese momento tenia la función de ser el Otro del Otro, era la garantía misma del orden simbólico.
…había una ley natural, no tocar a la naturaleza. (orden divino). Primera época: hay saber en lo Real, si hay saber en lo Real hay regularidad.
…lo real se ha escapado de la naturaleza ( ej. lo nuevo en la reproducción, nuevo orden familiar, etc.), lo Real se ha emancipado de la naturaleza, se vuelve cada vez más insoportable.
…no hay saber en lo Real, Lacan abre otra dimensión: la lalengua, no hay ley, cada lalengua es formada por  contingencia.
…el inconsciente freudiano pasa a ser una elucubración de saber sobre lo Real.
…lo Real no tiene sentido, está fuera de sentido, lo Real no responde a ningún querer decir .
…los testimonios del Pase son encuentros con la lalengua y sus efectos de goce en el cuerpo, eso no responde a ninguna ley es contingente y separado del saber ficcional.
…en el siglo XXI explorar otra dimensión, la defensa contra lo Real, Lacan indica esa dirección.
…el inconsciente transferencial en un análisis, es una defensa contra lo Real.
…redifinir el deseo del analista, no es un deseo puro.
…Lacan representa lo Real como nudo borromeo, ¿para que nos sirve ahora? a Lacan le sirvió para llegar a lo irremediable de la existencia. La búsqueda de lo Real despejado de sentido.


Permalink “El Psicoanálisis es el reverso de la Política”*. Jacques-Alain Miller (París)

01:07:00 , por jalvarez Spanish (ES)
Anguila
El autor examina las íntimas, escurridizas y eléctricas relaciones entre el psicoanálisis y la política: si bien “el psicoanálisis es exactamente el reverso de la política”, sucede que “el inconsciente es la política”. Por lo demás, “indudablemente el psicoanálisis no es revolucionario” pero “es subversivo” y “produjo daños sensacionales en la tradición”.
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Por Jacques-Alain Miller *
El inconsciente no conoce el tiempo, pero el psicoanálisis, sí. El psicoanálisis da lo que Stendhal llamaba “la audacia de no ser como todo el mundo”. Ahora bien, hoy en día, todo el mundo aspira a no ser como todo el mundo. Este era indudablemente el caso de Lacan y su modo de no ser como todo el mundo le fue por otra parte a menudo reprochado. En relación con la política, él enseñaba sobre todo la desconfianza respecto de los ideales, de los sistemas, de las utopías, que siembran el campo político. No creía en las leyes de la historia. Ni una palabra permite creer que mantenía la idea de una ciudad radiante, ya sea situada en el pasado o proyectada en el futuro. Ni nostalgia, ni tampoco esperanza, sino una gran sobriedad respecto de la política, acompañada de numerosos comentarios que iban desde la ironía hasta el cinismo, marcados por sarcasmos y burlas, que subrayan que la política es a la vez cómica y asesina. De las Memorias del cardenal de Retz había retenido lo siguiente: “Siempre son los pueblos los que pagan el precio del acontecimiento político”. Describía también al conquistador, llegando siempre con la misma orden en la boca: “¡A trabajar!”. Para Lacan, la alienación al trabajo era un hecho de estructura, pero que no introducía una revuelta colectiva propiamente dicha, la lucha de clases alentando a los explotados a combatir para convertirse en los explotadores de mañana. Resumiendo, diríamos que en el campo político Lacan estaba en contra de todo lo que está a favor.
Además, la política procede por identificaciones. Manipulando palabras clave e imágenes busca capturar al sujeto, mientras que lo propio del psicoanálisis consiste en operar a la inversa, ir en contra de las identificaciones del sujeto. Una a una, la cura las deshace, las hace caer como las capas de una cebolla. Enfrentar al sujeto con su propio vacío, permitiéndole así despejar el sistema que, a su pesar, ordenaba sus lecciones y su destino. En este sentido, el psicoanálisis es exactamente el reverso de la política.
Pero el inconsciente es otra cosa. Lacan decía habitualmente que “el inconsciente es la política”. No es una sustancia escondida en el individuo, en su mundo cerrado, que se trataría de forzar. El inconsciente es una relación y se produce en una relación. Es por ello que tenemos acceso a él en una relación con ese otro que es un analista. En la vida psíquica de un sujeto, un otro siempre está ya implicado como modelo, objeto, sostén u obstáculo. La psicología individual es de entrada psicología social. Si el hombre es un animal político, es por ser a la vez hablante y hablado por los otros. Sujeto del inconsciente, recibe siempre de un otro, del discurso que circula en el universo, las palabras que lo dominan, que lo representan y que lo desnaturalizan también.
El psicoanálisis enseña algo sobre el poder, la influencia que se puede ejercer; no hace falta mucho para imponerse: esencialmente, algunas palabras bien elegidas. Convertida en una industria capital para el consumo, la publicidad ha sacado ampliamente provecho de esto. En las democracias como las nuestras, la política ya no puede dirigirse a aquellos que todavía llamamos ciudadanos sin pasar por la publicidad. El marketing político se ha transformado en un arte e incluso en una industria que produce un montón de siglas, slogans, emblemas, pequeñas frases; y esto, en función de los datos recolectados por encuestas de opinión, sondeos agudos y grupos de discusión; escuchar lo que allí se dice sirve en primer lugar para cernir los términos susceptibles de imponerse a la opinión. Es asombroso que, lejos de ocultarse estas manipulaciones, se las exhibe. Informado de la existencia de las mismas, el público quiere conocerlas, visitar las bambalinas. No sólo se pone en escena el decorado, sino que también se convierte en espectáculo el reverso del decorado; al menos, uno de los reversos del decorado.
Los que practican la política son los primeros en saber que ésta no es más una cuestión de grandes ideales, sino de pequeñas frases. Ellos se las arreglan con eso y los ciudadanos parecen querer que así sea. Que la política no esté más idealizada no es una desgracia de la democracia. Sin duda ése es su destino, su lógica y, si así puedo decirlo, su deseo. La decadencia generalizada de lo absoluto en el campo político es notoria: algo bueno en oposición al fanatismo, pero que no abre la vía a la discusión racional entre ciudadanos desapasionados. Estamos en el reino de la opinión. El debate público se desarrolla sobre un fondo de increencia, de engaño, de manipulación declarada y consentida.
Esta es la regla del juego, deplorarlo también forma parte de él. Ya nadie denuncia esto como abyecto, excepto algunos maldicientes o imprecadores, que por otra parte hemos reducido a la impotencia. Si acaso alguno de ellos tiene talento, nos felicitamos del condimento que aporta al debate público. Forma parte del mismo movimiento de la civilización que revela sin descanso el carácter artificial, construido, de todas las cosas en este mundo: el lazo social, las creencias, las significaciones. El psicoanálisis participa de esto, ya que ningún otro discurso ha sido más potente en sacudir los semblantes de la civilización.
Aquel que practica el psicoanálisis debe lógicamente querer las condiciones materiales de su práctica. La primera es la existencia de una sociedad civil stricto sensu, distinta del Estado. El psicoanálisis no existe allí donde no está permitido practicar la ironía. No existe allí donde no está permitido cuestionar los ideales sin sufrir por ello. En consecuencia, el psicoanálisis es claramente incompatible con todo orden totalitario. Al contrario, el psicoanálisis hace causa común con la libertad de expresión y el pluralismo. Mientras la división del trabajo, la democracia y el individualismo no hayan producido sus estragos, no habrá lugar para el psicoanálisis.
El liberalismo no es, sin embargo, la condición política del psicoanálisis. En los Estados Unidos, por ejemplo, si bien el psicoanálisis lacaniano interesa a los intelectuales, su práctica real sólo subsiste. Según la opinión de Freud, el psicoanálisis se desnaturalizó al atravesar el Atlántico; los inmigrantes que lo difundieron dejaron Europa detrás como un mal recuerdo y sólo les quedó conformarse a los valores del american way of life. Esta expresión cayó en desuso, ya que este estilo de vida se está volviendo cada día más el nuestro; si el divorcio de las sensibilidades y de las costumbres entre Estados Unidos y Francia, incluso Europa, pudo por supuesto cristalizarse a nivel político, no impidió de ningún modo la americanización en marcha.
Como tal, el psicoanálisis ¿es revolucionario o reaccionario? Se trata de un Jano, un señuelo, que se utiliza explícitamente en los debates de sociedad en los que al psicoanálisis se le hace decir una cosa y su contrario. Pero su doctrina sólo requiere que un analista esté allí antes que nada para psicoanalizar y subsidiariamente para hacer avanzar al psicoanálisis y difundirlo en el mundo; aún mejor, si para esto interviene en el debate público.
Indudablemente, el psicoanálisis no es revolucionario. Sin duda, se dedica más bien a poner en valor invariantes que a depositar sus esperanzas en cambios de orden político. Pretende operar a un nivel más fundamental del sujeto, donde los puntos del espacio-tiempo están en una relación topológica y ya no métrica. Lo más distante se revela de repente lo más próximo. Un psicoanalista es de buen grado partidario del “Nada nuevo. Más eso cambia y más es la misma cosa”, profesa el analista; salvo que tal vez pueda empeorar, si alguna vez se creyó que podía ser mejor.
El psicoanálisis no es revolucionario, pero es subversivo, que no es lo mismo, es decir que va en contra de las identificaciones, los ideales, las palabras clave. Es bien conocido que nos preocupamos cuando alguien cercano comienza un análisis: tememos que deje de honrar a su padre, a su madre, a su pareja y a su Dios; algunos, por otra parte, aspiraron, sin éxito, a un psicoanálisis adaptativo más que subversivo.
No nos engañemos, “más eso cambia y más es la misma cosa”, pero ¡cambia de todos modos! Que siga siendo la misma cosa significa: lo que se gana por un lado, se pierde por otro, y esto no se reabsorbe. Si es subversivo, no por ello el psicoanálisis es progresista ni reaccionario. ¿Sería entonces desesperanzado? Digamos más bien que un psicoanálisis opera de la esperanza. Procede a la ablación de la esperanza y un cierto alivio resulta de ello.
No sólo los psicoanalistas no son militantes del psicoanálisis –excepto a veces, y no necesariamente para su felicidad–, sino que son más bien propensos a fastidiar a los militantes. Resulta de ello que los psicoanalistas se muestran frecuentemente muy abrumados por su operación que sacudió todos los semblantes, en particular todas las normas que atemperaban la relación sexual insertándola en la familia y la procreación. Los psicoanalistas hubieran querido que los semblantes de antes resistieran hasta el fin de los tiempos. ¡Lejos de ello! El psicoanálisis produjo daños sensacionales en la tradición. A estos desastres se sumaron las posibilidades inéditas que ofrecen los avances de la biología, la reproducción asistida, la clonación, el desciframiento del genoma humano, la perspectiva de que el hombre mismo se convierta en un organismo genéticamente modificado. Está claro que el Nombre-del-Padre ya no es más lo que era.
* Ex presidente de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. El texto es transcripción de la conferencia “Anguille en politique”, dictada en radio France-Culture en 2005; traducida al español por Daniela Fernández, especialmente para Página/12, con relación a la visita del dictante, quien participa en el VIII Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, “El orden simbólico en el siglo XXI no es más lo que era”, que se celebra en estos días en Buenos Aires.

jueves, 15 de marzo de 2012

Autistas, ¡niños al fin!

Varité
El autismo
Febrero 2012
 
Entrevista a José Fernando Velázquez
Autistas, ¡niños al fin!
por Viviana Berger
Autistas, ¡niños al fin!V: Leyendo tus Comentarios al caso Marie Francoise, de Rosinne Lefort - que tan generosamente nos has autorizado a publicar en esta Varité , se ilumina de un modo muy preciso, el modo en que opera un analista en la clínica del autismo – que claramente, no tiene nada que ver con inculpar a los padres ni ponerlos al trabajo pedagógico. ¿Puedes explicarnos, entonces, ¿de dónde surge esa falaz idea de que el psicoanálisis adjudica a los padres la causa del comportamiento autista del niño?
JFVDebemos tener en cuenta que sólo a partir de los siglos XIII al XV comienza a introducirse al niño en la vida familiar y social, con un valor diferente al de puro objeto de patrimonio, y fue seguido en el siglo XVI por una oleada moralista que ubicaba al niño como un ser inocente y débil, reflejo de una supuesta pureza de carácter divino. Es a finales del siglo XVII y en el XVIII que adopta toda su vigencia el discurso higienista alrededor del niño como prevención de los trastornos de la conducta en el adulto.
La imbecilidad, la idiotez y la locura en los adultos, los hacía "infantiles"; "ellos se habían quedado en el nivel de habilidades de un niño y la responsabilidad era de lo familiar, por no haber cuidado o promovido el desarrollo".
El colegio y los internados vinieron a suplir las deficiencias en cuanto al encauzamiento disciplinario. Los niños se hicieron objeto de estudio de la pedagogía, la pediatría y la ciencia psiquiátrica y psicológica, disciplinas nacientes bajo el influjo del paradigma de la "degeneración" de las costumbres como causas de cualquier enfermedad o defecto comportamental (entre todas ellas, las psicosis y la masturbación).
Somos herederos del discurso común que relaciona al niño con el Otro más inmediato, sus padres, sus barrios, sus entornos más locales y próximos, y de la teoría de la degeneración. Está la pregunta: ¿qué transmiten esos Otros al niño? Ahí estuvo la búsqueda con algunos extravíos en relación a las psicosis en el niño y el adolescente, en la que el psicoanálisis y la psicología participaron y que ahora son parte de nuestra crítica reflexión. En esta reflexión hay una respuesta "contemporánea" tan peligrosa como la de culpabilizar a la madre: la de las neurociencias, cuando dice que todo comportamiento proviene del entrecruzamiento de genes, y no dice nada de la función de la cultura y su contracara: el goce.
Se dice que el Otro transmite algo al niño con su propia vida y que es ese algo "lo que cimenta su estructura síquica": genes, costumbres. Seguimos pensando el problema desde la dimensión de la culpa, la degeneración (genética o comportamental) y el ejemplo.
J. Lacan criticó en el llamado "Discurso de Clausura de las jornadas del niño alienado" desde el año 1967, eso de atribuir la estructura del niño a las características fenotípicas de los padres: "débiles, alcohólicos, dominados, ciegos y patizambos; madres esquizofrenógenas, suficientemente buenas, envolventes, sobreprotectoras, etc.". J. Lacan nos enseña trascender esa posición del analista frente a la psicosis en los niños, pero es un mensaje que aún no llega a la psicología ni a vastos campos del psicoanálisis.Hay que ir más allá para dar cuenta en el niño, no solo de la condición de objeto que él como niño ocupa para el Otro, sino de la presencia en ambos, tanto en el Otro como en él mismo, de un goce, que más allá de los ideales busca regularse y satisfacerse. 
Lacan plantea que el Otro no son los padres sino el lenguaje, y que los padres lo que hacen es trasmitirlo. Es eso lo que hace efecto de estructura subjetiva en el niño. Este proceso, que no es un desarrollo, ha sido dilucidado por el psicoanálisis lacaniano, al identificar una célula de la subjetividad, el encuentro del ser de goce con la palabra, con un afecto, con una imagen, con un goce, que provienen del Otro que habla. Todo sujeto, niño(a) constituye su propia versión de goce, y a nivel de su relación con el Otro familiar e institucional, constituye una posición en la que articula algo de los goces que obtiene de los objetos y de los goces que le reporta ser él mismo el objeto para el goce del Otro. Y todo esto confluye en que el niño se hace Uno, en singular, y diferente a todos los demás.
Lo que el psicoanálisis lacaniano ha dilucidado respecto al autismo como síntoma de una estructura psíquica o de un estilo de vida contemporáneo, es que hay un funcionamiento subjetivo que empuja hacia un comportamiento obsesivo realizado sin posibles equívocos, y hacia el goce autoerótico, todo como respuesta frente a un Otro demasiado sonoro y angustiante.
V: Tomando esta última idea, sería muy interesante si pudieras transmitirnos ¿cuál es la posición que el psicoanálisis toma respecto de los dispositivos de aprendizaje y las instituciones dedicadas a la rehabilitación del autista. ¿Cómo conviven el psicoanálisis y la pedagogía?
JFVEn la psicosis, el autismo es un síntoma de ella, el Otro, la familia, el maestro, el compañero de aula, hace las veces de un poder extraño al niño que se le impone al sujeto de manera intrusiva. Esa es la manera como el niño autista interpreta cualquier iniciativa que venga de fuera. 
Una de las respuestas características es el rechazo, la construcción de una muralla o fortaleza, que es como Bethelheim llamaba a la defensa autista. Ello quiere decir que el sujeto autista arma una defensa ante la dificultad de sostenerse como sujeto de enunciación en el lazo con el Otro, con su cuerpo, con su lenguaje o con sus impulsos, y esta defensa es el aislamiento y la falta de consentimiento a hacer parte de lo colectivo, a donde lo empuja la familia y la pedagogía. La respuesta estereotipada o agresiva son otras de las conductas que más impiden la integración a cualquier grupo.
El asunto del que dependerá toda posibilidad de trabajo es si el sujeto autista podrá o no, ingeniarse una práctica, que sea propia, para domar eso que se le presentifica de forma intrusiva por la voz o la presencia del otro, y tolerar aquello que ese otro le exige, como es su progreso académico. 
El psicoanalista podrá asesorar tanto a padres como a docentes sobre cómo es el mecanismo que cada uno de esos niños inventó para atemperar al Otro y hacer su vida vivible. El psicoanalista trabaja con el autista a través del objeto y no del niño como objeto a cuidar. Para el autista un objeto cobra una singularidad y valor incomparable. Ese objeto autista nos enseña la materialidad del significante como forma de relación al Otro. Para que el analista pueda reconocerlo debe generar un vacío que permita al niño construir una estrategia y validarla para que pueda entrar el sentido.
Es ese hallazgo el que compartirá con padres y maestros, defendiendo además las construcciones que el niño hace, ante el imperativo de familiares y pedagogos de que éstas sean eliminadas.
V: Finalmente, ¿cuáles son las consecuencias de la reducción del autismo a un trastorno del desarrollo tal como proponen las clasificaciones actuales?
JFVEl concepto de desarrollo es válido pero en un terreno específico para el ser vivo cual es el campo en el que debe cubrir sus necesidades biológicas, porque el neonato humano es de los animales que requieren de más tiempo para adquirir las condiciones de vida independiente del otro. Las necesidades exigidas por el lazo social, entonces, operan buscando la uniformización de los sujetos, de sus respuestas y de sus modos de gozar. El desarrollo se refiere a cambios en ciertas condiciones físicas o emocionales que pretenden alcanzar un fin como ideal.
El psicoanálisis también habló en su momento de etapas del desarrollo al considerar sólo la dimensión del sentido del ser hablante. Hay un punto en el que nos situamos en el lenguaje en el que el Otro nos reconoce mejor. Esta tendencia situaba por ejemplo al Edipo como un estadio terminal del desarrollo y como un modelo del final del análisis.
El Campo Freudiano con la orientación de Lacan reconoció además otra dimensión que está por fuera del desarrollo, al concebir al sujeto hablante inserto en un cuerpo que goza de una manera que no se despliega en un progreso. Es un goce que angustia porque el ser ahí enfrente de su verdad más íntima está solo. Es allí donde fracasa la consejería, la amenaza, y las prácticas conductuales. El dispositivo psicoanalítico ofrece a cada uno la construcción de un saber hacer con ese ser de goce que lo habita para que no aparezca como imposición o como pasaje al acto, con todas las consecuencias traumáticas, así sea que el sujeto construya un buen síntoma y con él pueda desempeñarse en el lazo social.

martes, 6 de marzo de 2012

Notas sobre XII Conversación Clínica ICF españa

6 de Marzo de 2012

Crónica: El Final. Algunas notas sobre la XII Conversación Clínica del Instituto del Campo Freudiano en España. Margarita Álvarez (Barcelona)

23:56:00 , por jalvarez Spanish (ES)
Este fin de semana tuvo lugar en Barcelona la XII Conversación Clínica del ICF en España,(1) que tuvo por título y tema “El final” y contó con cerca de 400 participantes.
La conversación clínica del año pasado, cuyo material acaba de ser publicado en un libro de la colección ELP-Gredos,(2) había girado en torno a las terminaciones de los análisis y a cómo el analizante o el analista pueden dar cuenta del final de los encuentros. Este año la conversación clínica ha dado un paso más abordando la problemática del final del análisis.
Como plantea el texto de presentación de la conversación no hay una última palabra del análisis o la palabra del fin, un análisis termina más bien sobre un imposible de decir. Pero hablar de final implica que el análisis ha tenido un fin, con el acuerdo o no del analista. ¿Se puede anticipar un final? ¿Sobre qué se hace y se decide un fin de análisis?
La conversación se organizó en torno a la presentación y discusión de ocho casos de otros tantos colegas, todos ellos AE de la ELP y de la Escuela Una: Lucía D'Angelo (1997-2000), Shula Eldar (1998-2001), Xavier Esqué (2003-2006), Araceli Fuentes y Pilar González (ambas en ejercicio), Vicente Palomera (1999-2002), Estela Paskvan (2002-2005) y Antoni Vicens (2008-2011). Y contó con la presencia y animación de Jacques-Alain Miller en la tarde del sábado y de Marie-Hélène Brousse en la mañana del domingo. El trabajo se vertebró en cuatro mesas, cuyos ejes de trabajo fueron: 1) El final, hacia el analista; 2) Saber hacer con… 3) Las modalidades de goce y lo incurable; 4) Síntoma y fantasma al final.
La animación del debate estuvo a cargo de Guy Briole y Gabriela Galarraga.
Me limitaré aquí a subrayar algunos de los puntos que me resultaron más interesantes.
En uno de los casos, tras varios años de recorrido analítico, cuando la paciente se comienza a preguntar por el final y la salida del análisis, un sueño permite extraer una identificación al analista que se piensa podría hacer de barrera al fin. Sin embargo, la analizante no ha abandonado aún el dispositivo y hay tiempo aún para que esa identificación pueda trabajarse.
Para abordar el final de análisis en otros dos textos –un caso clínico y un testimonio de AE-, J.-A. Miller retomó una cita del Seminario XXIII, aportada por Shula Eldar en su texto, donde Lacan se refiere a la historia como “el más grande de los fantasmas”, una trampa que el pensamiento urde alrededor del “fuego frío de los fragmentos de real”.(3) ¿Cómo encontrar en estos análisis, “esos fragmentos fríos”?
En uno de estos dos textos, la hija interpelaba en la adolescencia al padre durante la comida, y tras hacerle entrar en cólera, tragaba y callaba. Esta escena se repetirá en la situación transferencial.
Esos fragmentos de lo real son los restos del traumatismo, que han quedado fijados, momento de separación entre el cuerpo y el goce. A partir de entonces, el goce se coloca del lado del Otro, y por tanto, se va a buscar de su lado. Así, el fantasma es una primera manera de tratar estos fragmentos, estos trozos de real y ligarlos a un sentido. Pero, a la vez, es un disfraz pues la orientación hacia lo real en psicoanálisis no es la orientación en el sentido sino que lo forcluye.
De este modo, J.-A. Miller puso de relieve que en el caso citado, la pelea con el padre durante las comidas, pone en juego el objeto oral y el objeto vocal, así como el sentido fantasmático “tragar y callar”. El padre abre el “para todos”, que el sujeto interpreta “para todos menos yo” y esta interpretación fantasmática queda fijada de manera dolorosa y vinculada a una sensación de injusticia.
Pero al final del análisis -señaló-, se trata de la boca que se come a sí misma, tal y como Lacan retomó de Freud, quien definió la pulsión en 1905 como una boca besándose a sí misma.4
El padre que monta en cólera testimonia del efecto de goce de la hija sobre él. En este caso de histeria, se trata de que el padre goce, que manifieste algo de la vida.
Hacer gozar al padre es algo muy distinto que la historia fantasmática que el sujeto ha tejido.
En otro caso, la analizante cuando está contenta, se va, tal como señala Lacan respecto a los finales de análisis en las “Conferencias en las universidades americanas”.(5) No se trata aquí de un análisis que lleva a la producción de un analista. La madre era la pareja del sujeto a la entrada –señaló Marie-Hélène Brousse- y lo sigue siendo al final, es decir, el recorrido confirma su posición en la vida, su sinthome. Podemos decir que el trabajo realizado permite al sujeto dejar de estar embarazado por su sinthome sin desembarazarse de él, lo que constituye un ejemplo interesante de la última enseñanza de Lacan al respecto: donde se trata de saber hacer con su posición.
En otro caso, cuando el final aparece en el horizonte, la idea de la separación respecto al analista trae un “estarás sola” que resuena a una frase que el padre decía al analizante, como un “te quedarás sola”.
El final de análisis conlleva la soledad, quedarse sola. Sin embargo, se trata de un “sola” distinto del mandato superyoico, que dejaba al sujeto sumido en la desesperación. Este “sola” nuevo introduce otro matiz, una enunciación distinta: Estaré sola con algunos amigos, con mi hijo, etc., del mismo modo que en psicoanálisis, con relación a la autorización del analista decimos “se autoriza de sí mismo… y de algunos otros”.
El trabajo sobre el segundo testimonio llevo a un debate sobre el duelo. Los efectos del duelo no realizado por la madre, muerta durante los primeros meses de vida del sujeto, dejaron una marca en el cuerpo, en forma de un FPS, que la condenaba a morir. El duelo que tuvo lugar en el análisis permitió al sujeto separar su cuerpo vivo del cuerpo muerto de la madre y elegir no morirse.
Cuando se pierde a alguien, lo que se pierde es a uno mismo como el objeto que fue para el otro. Un duelo –señaló M.-H. Brousse deshace el nudo: queda el sujeto, los significantes, la imagen, trozos de voz, etc., pero lo real de la persona ya no está más. Se separa lo que anuda el sinthome.
Hay una diferencia entre el sujeto, el objeto y lo vivo, aquello que en el parlêtre tiene que ver con lo reprimido fundamental.
El final de análisis implica que aquel que ha hablado y ha sido escuchado, puede finalmente escucharse, desde donde el Otro escucha. En la transferencia del hablar al escribir se produce una letra. A partir de ahí, la apuesta del pase es que el cartel va a poder leer algo.
El último caso al que me referiré permitió ver lo que ocurre cuando la palabra de una mujer encarna para el hombre el superyó. El hecho de creerla puede ser un verdadero obstáculo para acallar a la mujer que vocifera, un obstáculo para empezar el análisis.
A partir de aquí, se señaló la diferencia que Lacan establece en RSI (6) cuando dice que una mujer es un síntoma para un hombre y, tomando la relación entre amor y locura, diferencia entre “creerlo”, “creer allí” (y croire), creer que eso puede querer decir algo, y “creer en el síntoma” (croire à). Es la diferencia entre neurosis y psicosis, entre la relación con el inconsciente y la alucinación.
Primero un hombre puede creer en una mujer y, luego, eso le permite creer en la especie. Pero el hecho de que un hombre crea en una mujer no implica que pueda hacer un sinthome con ella. En el caso mencionado, al final del recorrido analítico, el analizante vuelve a elegir la misma mujer, pero desde otra posición, lo que permite que ella devenga un síntoma para él.
Para finalizar, solo añadir que la conversación estuvo precedida por un intenso trabajo preparatorio en dos vertientes. Por un lado, queremos destacar la labor de investigación de la comisión bibliográfica, coordinada por Félix Rueda, sobre el tema del final de análisis en la enseñanza de Jaques Lacan (en el seminario, los escritos y las conferencias).
Por otro, la preparación de la conversación contó con una novedad en la vertiente del habitual trabajo on line. Esta vez la comisión de organización tuvo la excelente idea de proponer a distintos colegas que comentaran con brevedad y precisión, a modo de flash (término que dio nombre a esta modalidad de comentario), algún párrafo escogido de Jacques Lacan sobre la problemática del final del análisis. Contamos así con veintidós precisas aportaciones de otros tantos colegas. Todo ello ayudó a preparar la conversación y ha colaborado en el éxito de la misma.
Notas
1. Celebrada en el Hotel Majestic de Barcelona los días 3 y 4 de marzo de 2012.

2. Lacan, Jacques: El Seminario XXIII: El sinthome (1975-1976). Buenos Aires: Paidós, 2006.

3. VVAA: Terminaciones de análisis. Conversaciones clínicas con Jacques-Alain Miller. Madrid: Gredos, 2012.

4. Freud, Sigmund: “Tres ensayos de teoría sexual” (1905). En: Obras Completas, vol. VII. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1984, p. 165.

5. “Un análisis no puede ser llevado demasiado lejos. Cuando el analizante piensa que es feliz en la vida, ya basta”, en: Jacques Lacan: Conferencias y conversaciones en las universidades americanas. Noviembre de 1975. Inéditas.

6. Lacan, Jacques: RSI. Clase del 21.1.1975. Inédito.