domingo, 24 de junio de 2012

Padres al sol. de Jose Ramon Ubieto

23 de Junio de 2012

Padres al sol*. José Ramón Ubieto (Barcelona)

01:27:00 , por jalvarez Spanish (ES)
Un dato novedoso del impacto de la crisis es que los más afectados, junto a los niños, son hombres jóvenes y de mediana edad con hijos a cargo. “Hombres al sol” que enfrentan un futuro incierto, a veces con respuestas -en aumento- de carácter violento y/o depresivas importantes, que pueden llegar en algunos casos al suicidio. En la clínica privada y pública constatamos también el incremento, en los últimos meses, de las consultas de estos sujetos inestables, carentes de la salud que Freud atribuía a la “capacidad de amar y trabajar”.
Françoise Sagan, en sus novelas Adiós tristeza y Una cierta sonrisa (mediados de los 50’s) ya anunciaba este declive de lo viril y su reemplazo por una nueva masculinidad basada en la igualdad hombre – mujer. ¿Cómo caminar entonces hacia ese horizonte unisex? Una vía, elegida por muchos hombres, es la del ideal de una nueva paternidad que se ofrece como el buque insignia de las transformaciones de la masculinidad. Se presenta, además, como la “solución” a la guerra de los sexos ya que aquí sí hay una armonía (libre de violencia y competencia) que contrarresta la desigualdad de género. No en vano la crisis de la masculinidad va pareja con el declive de la imagen social del padre, avanzada por Jacques Lacan (1938).
Se trata de una paternidad igualitaria, distinta de la tradicional, donde los hombres “comparten el polvo” (lema de la campaña de igualdad que en 1998 promovió la Diputación provincial de Córdoba) y eso incluye también el trabajo domestico y la crianza. Este “hombre nuevo” debe hacer el duelo por la pérdida de la autoridad tradicional y obtener su nueva ganancia a través de los afectos y el cuidado de los hijos. Los datos que los sociólogos nos ofrecen no desmienten esta estrategia pero matizan el alcance real de ese ideal y en la consulta no escasean los casos de padres “agobiados” y desorientados ante este reto.
La crisis actual, con la pérdida de su rol de sustentadores principales de la familia, que en poco tiempo ha pasado del 85% al 50%, abre diversos interrogantes: ¿Cómo ejercer ese nuevo rol masculino y paterno cuando los varones pierden su principal activo, el trabajo y los beneficios obtenidos? ¿Se trata, para recuperarles, simplemente de entrenarles en habilidades y competencias parentales para reinventar su rol y elaborar el duelo de este renovado Adiós al macho? ¿La parentalidad positiva, promovida por la UE, subsume la relación de pareja? ¿Estas nuevas reglas familiares son sólo un asunto privado, a dilucidar entre hombre y mujer?
Cada uno es, sin duda, responsable de sus actos pero las cartas con las que juega la partida de su vida condicionan sus factores de riesgo y protección. Por eso liquidar las formas de solidaridad colectiva, como es el modelo del estado del bienestar, no será sin consecuencias.
Recurrir a la violencia, contra sí mismo o contra la pareja o los hijos es una de ellas. La violencia retorna como salida fallida a una crisis personal, familiar o social. Su aumento es un síntoma que contiene un mensaje al que no podemos ser sordos salvo que queramos condenarnos a su repetición ciega y mortífera.
*Publicado en La Vanguardia. Con la amable autorización del autor.

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miércoles, 6 de junio de 2012

La pasión de la ignorancia Graciela Brodsky


Los celos se acompañan con una búsqueda de la verdad

La pasión de la ignorancia

La autora de la nota vendrá el sábado en Rosario, para disertar sobre Joyce. En este texto, se refiere a los celos como una consecuencia de la sexualidad femenina: la confrontación con la existencia de otra relación con la castración.

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Lacan ubica a los celos, en hombres y mujeres, como consecuencia de la sexuación.
Por Graciela Brodsky*
Es frecuente que los celos se presenten comprensibles, cargados de significado y ubicados a nivel de los afectos, rechazando el inconsciente, puesto que se los toma como índices de una verdad que podría verificarse. Pasión de la ignorancia, se acompañan con una obstinada búsqueda de la verdad. Esto los transforma en un obstáculo, tanto para la asociación libre como para la interpretación.
Freud ubica claramente dos factores en los celos: la proyección de la propia infidelidad, que reserva para los celos masculinos. La homosexualidad inconsciente, que si bien Freud vincula con los celos masculinos y delirantes, es también una referencia que emplea para los celos femeninos y neuróticos.
Es posible resumir así esta postura freudiana en torno de los celos masculinos: dificultad para la interpretación, origen edípico, mecanismo de proyección y ligazón con la homosexualidad inconsciente.
Lacan, por su parte, ubica a los celos como una consecuencia de la sexuación. Por sexuación indicamos que, más allá de las condiciones biológicas, es necesaria una implicación subjetiva del sexo. Sólo hay sexuación si el sujeto se inscribe de alguna manera respecto de la castración y su significante: el falo. Sobre el cuerpo imaginario, la acción del significante inaugura todas las significaciones del tener o no tener, del ser o no ser. La acción del significante se ejerce también sobre lo que, al cuerpo, lo parasita y lo agita: un goce que también debe inscribirse en términos de goce fálico.
La heterogeneidad de la sexuación masculina y femenina produce para ambos sexos un desdoblamiento de la vida amorosa. Siguiendo la lógica tener﷓no tener, se opera una divergencia entre el objeto de amor y el del deseo. Esta duplicidad vale también para la mujer. Ella tampoco puede amar allí donde desea, ya que si su deseo requiere la fetichización del órgano del partenaire, el amor, en cambio, no puede obtenerlo sino "del hombre muerto o del amante castrado", es decir, de aquel que está en posición de dar lo que no tiene. Aún en el mismo hombre, ella exige dos: el portador del falo y el que, por no tenerlo, puede darlo en el amor.
Los celos masculinos no se explican por simple proyección de la divergencia de su propia vida erótica sino que se derivan de esta duplicidad respecto del falo requerida por la mujer en su partenaire.
En los años 70, Lacan da un paso más y demuestra que los celos masculinos no sólo son el resultado de la duplicidad del objeto de amor y de deseo en la mujer, sino que se deducen del desdoblamiento de ésta en lo que respecta a su goce. Allí donde el hombre la quiere toda para él, la cree toda, ella tiene un goce que no comparte con él y que la vincula con el Otro. No se trata de otro hombre, se trata de otro goce.
En Lacan, la mujer, en tanto que no lo tiene, sólo obtiene el signo de que lo es a condición de hacerse objeto del deseo del hombre, objeto imaginario del fantasma que a esta altura de su enseñanza, Lacan hace coincidir con el falo. Así, para ocupar su lugar en esta dialéctica, el signo del deseo del otro le es imprescindible, y si esta "prueba última" falla, si el deseo del hombre no le rinde homenaje, si le devuelve que ni lo tiene ni lo es, se abre bajo sus pies la grieta por donde se deslizará fácilmente hacia el pasaje al acto o el acting out.
En la enseñanza de Lacan fechada en los años 70, para Lacan ya no se trata de ser el falo, sino de ser la única.
¿Para qué le sirve a una no﷓toda la fidelidad del hombre? Sigamos el comentario que hace Jacques﷓Alain Miller en Los signos del goce de El atolondradicho. Si de boca de Tiresias obtenemos que una mujer es la única cuyo goce sobrepasa al que surge del coito -es decir, el goce fálico﷓, el paso de Lacan es trasladar la posición femenina en el goce a una exigencia de reconocimiento: "Por eso mismo quiere ser reconocida como la única por la otra parte". De esta manera, volviendo a echar mano al reconocimiento -que ya había explorado en el informe de Roma bajo la célebre fórmula Tú eres mi mujer﷓, Lacan deduce la exigencia de amor de la estructura del goce femenino.
Tanto para Freud como para Lacan los celos femeninos se derivan de la propia femineidad y no de la naturaleza de la masculinidad. Los celos en la mujer -al igual que los celos masculinos﷓ son una consecuencia de la sexualidad femenina: confrontarse con la existencia de otra relación con la castración, otra posición en el deseo, otro estilo en el amor, y Otro goce, distinto del de Uno.
*AME de la EOL y de la AMP
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