Discapacidad, ¿Quién habita
ese cuerpo?
Paulina Salinas Olivares
CEIP
Este trabajo surge
tras la participación en el Cartel organizado por CEIP de Santiago de Chile,
con Rosa Lagos y Silvia Macri como coordinadoras, preparando la participación
en el IV Encuentro Americano del Psicoanálisis de la Orientación Lacaniana ,
La Clínica Analítica
Hoy: el síntoma y lazo social.
Bajo el título “Discapacidad, ¿Quién habita
ese cuerpo?, se abre la reflexión sobre la función del psicoanalista en las
Instituciones Interdisciplinarias. Se desarrolla la idea de que el campo de
acción de un psicoanalista es sobre un sujeto de deseo particular, y sobre un
cuerpo de lo que se goza, y que ha sido marcado por el lenguaje, a diferencia
del cuerpo físicamente enfermo, con el que trabaja el saber médico. Por lo que
este trabajo se inserta en la mesa redonda del Encuentro: “Modalidades
Institucionales de Recepción de los Síntomas” dirigida por Irene Kuperwajs.
Palabras Claves: Institución-Psicoanálisis-Cuerpo-Discapacidad-Escucha
Hoy por hoy nos encontramos
insertos en una sociedad que a cada segundo se encuentra produciendo distintos
tipos de saberes, de los cuales el saber tecno-científico lleva las de ganar.
Desde la neurobiología, se ha encontrado el asiento de la moral, la
racionalidad, la memoria (lugar que albergaría Lo Traumático), entre otras, y
por lo tanto se piensa que cualquier problema conductual, puede ser abordado
desde el saber médico, ya que son ellos los que pueden administrar hormonas,
neurotransmisores, o incluso manejar la genética. Que mejor ejemplo que el de la Oxitocina considerada
hoy como la hormona de la generosidad, vinculada a diferentes momentos, como el
enamoramiento, el orgasmo, el amor maternal, y claro, la confianza. Bajo este
contexto, es posible ver que a nivel del cuerpo, y sus circuitos neuronales, el
psiquismo se esfumó.
Más cerca de
la experiencia psicoanalítica, hablamos de acontecimientos del cuerpo en tanto
el significante es causa de goce. Hablar de cuerpo como aquello de lo que se
goza, y de un inconsciente que cifra goce, es hablar del ser hablante y de las
marcas de goce que el lenguaje produce. Por lo tanto, nuestro objeto de
estudio, no es la alteración a nivel neuronal, sino un sujeto de deseo, bañado
por los significantes que para bien o para mal, lo han constituido.
Ahora, lo que es indiscutible es que
el psicoanalista no trabaja solo, ni aislado de la sociedad, y el ejercicio
crítico de la interdisciplina conlleva una especial dificultad debido a que
siempre nos encontramos con algún punto de imposibilidad al intentar sostener
la práctica, sobre todo cuando nos encontramos frente a discursos heterogéneos.
Es por eso que deben saldarse las diferencias y reconocer el verdadero valor de
nuestros conceptos. En relación al psicoanálisis, implica poner a trabajar su
propio límite para así producir un discurso, que tenga consecuencias tanto para
fuera del
psicoanálisis
como hacia adentro. Surge la pregunta, ¿Qué posibilidad tiene el psicoanálisis
en las instituciones médicas estatales?
En una institución médica nos
encontramos en territorio base del saber tecno-científico, y el psicoanálisis
puede hacer su aparición y sostenimiento, por medio de la escucha del discurso
del paciente, inserto en una institución de salud. En donde se pueda pesquisar
y rescatar lo singular del sujeto dentro de su estructura. Haciendo así la
diferencia con el saber médico, gracias a la posibilidad de realizar una guía
de la escucha y no de la mirada. Las instituciones tienden a tapar la falta,
bajo la idea de “hacer el bien”. A diferencia del psicoanálisis que se
constituye aceptando lo real de la falta. El aporte que puede proponer el
psicoanálisis al campo interdisciplinar, en este caso médico, es el de otra
lectura del dolor, una lectura del padecer de un sujeto inmerso en un cuerpo
enfermo.
En lo personal, parte de mi formación se ha visto tocada
por el entrecruzamiento entre el saber médico, y el psicoanalítico, debido a
que trabajo en el Instituto Nacional de Rehabilitación Pedro Aguirre Cerda,
ubicado en Santiago de Chile. En donde constantemente es posible observar la
dificultad para sostener la práctica, cuando se trabaja con niños con serios
problemas neuromotores, en el contexto médico. Y es en este punto que quisiera
retomar la pregunta planteada anteriormente, y agregar, ¿Qué posibilidades
existen para trabajar con niños con serios déficits neuromotores, desde el
psicoanálisis? Partamos por aceptar que el abordaje analítico con estos
pacientes no es tarea sencilla, muy por el contrario. Creo que la posibilidad
de ir delimitando cuales son las dificultades, como por ejemplo,
post-operatorios interminables, heridas que no cierran, inyecciones de botox,
retrocesos físicos a causa de crisis epilépticas, en fin; son una serie de
factores, que se van sumando al padecer de un sujeto, con un cuerpo físicamente
enfermo. Lo anterior apunta a que finalmente podamos marcar que nuestro campo
de acción, es sobre un sujeto de deseo particular, y no sobre un cuerpo
físicamente discapacitado. Es ahí, cuando podemos decir que en última instancia,
no difiere de un tratamiento psicoanalítico como se haría con cualquier niño,
porque de lo que se trata es de la escucha analítica de su discurso.
Para proseguir con la idea de la
función de un psicoanalista, en el contexto interdisciplinar, quisiera hacer
una detención en torno a la palabra discapacidad. La palabra discapacidad no
aparece en el diccionario, ha surgido en los últimos años para dar cuenta de
aquello que está por fuera de lo esperado. Sin embargo, lo que sí aparece es la
proposición inseparable “dis”: que indica negación, contrariedad, separación.
Esta falta de conceptualización de la palabra discapacidad, pudiese reflejar el
anhelo de la sociedad, de algo así como una unidad espacial y temporal, sin
fracturas. La existencia de la discapacidad quiebra la idea mítica de completud
o perfección narcisista. Y aquí retomo,
para el psicoanálisis cada uno es tomado como sujeto diferente en su
singularidad, más allá de la clasificación en el que haya sido incluido por el
Otro, sea ésta una discapacidad o cualquier categoría diagnóstica. Si caemos en
diferenciar la escucha de la discapacidad caemos en tomar a ese niño como un
objeto de estudio, lo que va en desmedro del la escucha del padecimiento como
sujeto particular.
Un niño con dificultades a nivel de su cuerpo, está en
permanente riesgo de que su cuerpo sea tomado constantemente como objeto de
especial cuidado, de estudio, o de educación. Desde el psicoanálisis, sabemos
que en un comienzo todo ser hablante se constituye primariamente como objeto de
los cuidados del Otro. Pero al mismo tiempo, estamos advertidos que cristalizar
dicha posición conduce al riesgo de forcluir al sujeto.
Por lo tanto, es posible plantear
que nosotros como psicoanalistas, sí podemos trabajar con el cuerpo. Sin embargo,
será un cuerpo, como aquello de lo que se goza, y un cuerpo que ha sido marcado
por el lenguaje, y no por el daño neuronal que posea.
Tras
el Encuentro…
La participación en la mesa
simultánea del Encuentro Americano, “Modalidades Institucionales de Recepción
de los Síntomas”, abrió la reflexión sobre una serie de aspectos planteados por
los diferentes trabajos presentados. Reflexiones que sólo comienzan a tomar
forma a posteriori. Porque es sólo tras el encuentro diario con la Institución Médica ,
con los niños en un cuerpo físicamente enfermo, y con una maduración de las
temáticas abordadas tras el Encuentro Americano, es que se abre la posibilidad
de ahondar en las reflexiones planteadas en dicha mesa.
Es Irene Kuperwajs, coordinadora de la mesa, quien abre la
pregunta sobre de qué se trata una escucha diferente, a qué se alude cuando se
habla del eje de la escucha y no de la mirada, tal como es abordado a lo largo
del trabajo.
Tras el Encuentro, tomando algunas palabras de Romildo Do
Rêgo Barros quien en las Plenarias desarrolla “Síntoma, Grupo y Escuela: Time is Money”, desarrolla la pregunta
en torno a ¿Cómo hacer escuchar el síntoma en La Institución?. Esta pregunta
alude directamente a la función de un psicoanalista en La Institución , “Escuchar”
y “Hacer Escuchar”. Y es desde aquí que quisiera retomar la idea planteada
anteriormente en torno a nuestro campo de acción dentro de las Instituciones,
en este caso médica.
El ofrecimiento de una escucha diferente en esta
Institución se encuentra animado por el deseo de hacerse destinatario de la
palabra de aquellos sujetos marcados por los efectos devastadores de un
encuentro con lo real. Pacientes con dificultades para movilizarse, y necesitar
del otro para poder llegar a la hora planeada, pacientes con dificultades en su
hablar, hacen buscar los medios para que puedan hacer valer su “voz”, su
discurso, tanto en el encuentro con el analista como con el resto del equipo,
que muchas veces prefieren hacer oídos sordos frente a las dificultades.
Lo anterior hace que cada día haya que “saber escuchar” a
sujetos que a pesar de tener un cuerpo físicamente enfermos continúan siendo
sujetos de deseo, sujetos que demandan una ayuda, por medio de una escucha
diferente. Sujetos en donde es posible desprender que el estatuto de lo
traumático no está dado por la dimensión fenoménica de un acontecimiento, sino
por la cualidad que adquirirá al impactar, de forma sorpresiva e inesperada en
una subjetividad singular.
La escucha diferente se encuentra dada por el marco del
Psicoanálisis, en donde a diferencia del contexto médico que entrega fármacos
como una manera urgente de enfrentar el malestar, lo que se ofrece al sujeto
con su padecer es la apertura a un espacio que posibilite el despliegue de la
cadena significante, que abra un tiempo no tocado por la prisa, que permita la
emergencia del sujeto dividido, que permita la interrogación por sus síntomas,
que permita visualizar el camino para la rectificación subjetiva, para que así
pueda comenzar a constatar que si bien el pasado condiciona, dependerá de él
impedir que se convierta en condena.
Frente a un equipo médico que
constantemente se encuentra tratando de universalizar los tratamientos para las
patologías con las que se encuentra, como por ejemplo por medio de manuales que
explican cada aspecto que debiese pasarle a un sujeto con Traumatismo Encéfalo
Craneano a lo largo de su rehabilitación (TEC), la apuesta que se hace es la de
defensor de la particularidad de cada sujeto, tratando de recordarle al equipo
médico que cada uno en su goce es un ser único e irrepetible y por ende
resistente a cualquier universalización.
Este es uno de los aspectos más complejos a abordar en el
día a día del trabajo dentro de una Institución Médica, en donde aparece un
equipo con una multiplicidad de demandas de ayuda, en donde solicitan “corregir
el aspecto comportamental” de tal o cual niño, porque es culpa de su
comportamiento que ellos como equipo no pueden avanzar en el tratamiento de
rehabilitación. Y es aquí que retomo las
palabras de Romildo Do Rêgo Barros, porque surge un trabajo paralelo al de la
“Escucha” en la clínica y es el de “Hacer Escuchar”. El detalle de las palabras
para las intervenciones con el equipo, así como la presentación de un sujeto
niño que padece en un cuerpo físicamente enfermo, ayudan al derribamiento de
las resistencias y de la mirada parcializada sobre un cuerpo, en la medida que
se “Hace Escuchar” al síntoma de ese sujeto particular en La Institución.
Para finalizar quisiera mencionar uno
de los aspectos finales de la discusión dentro de la mesa redonda, la Formación del Analista.
Ya que para poder sostener lo anterior se hace indispensable el no ceder en el
deseo de formación en los principios del psicoanálisis, ya que será gracias al
análisis personal y al apoyo de Grupo de Formación, lo que permitirá el
sostenimiento de una práctica con una multiplicidad de factores. Niños con un
cuerpo físicamente enfermo, muchas veces con dolores impensados, o padres
devastados frente al encuentro con hijos gravemente dañados por una
contingencia, muestran que no hay palabras que logren reducir el encuentro con
lo Real.
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